Viñalito
El helado bodoque, pretendidamente estratosférico, recogido en el barrio de La Viña de Cádiz no llegó del cielo. Al contrario, encierra todo el sabor y los conservantes autorizados del barrio: restos de caballas frescas, tropezones de cáscaras de gambas y, es posible, hasta arena de La caleta. El viñalito procede de la nevera de Felipe Martín, apodado El coñeta, y encumbrado hasta el rango de filósofo del barrio. El fenómeno aéreo se cuajó, en realidad, en el arcón del hielo de su bar, en pleno trance de preparación para la erizada popular del próximo domingo 30. Colocó junto a una alcantarilla el bloque de nieve sobrante del verano. 24 horas después aún quedaba por derretirse una porción. Entra en escena J. D., de 14 años. Declara haber escuchado cómo impactaba el hielo a sus espaldas y lo entrega a la policía. Divulgadores científicos, astronautas aficionados del barrio y expertos salidos de los cursos de CCC autentifican su procedencia. Ya no hay dudas: si de La Viña no se va al cielo, el cielo cae sobre la cabeza de los viñeros, como temía el nunca bien ponderado Abraracurcix. La viña aguarda ansiosa a los informes del CSIC que, salvo sorpresa, deben testificar los niveles de marisco y pescado de caña en el viñalito, que ofrecía un perfil sospechosamente plano y morfológicamente industrial. El coñeta no sabía que los aerolitos los carga el diablo.Por lo tanto, con datos científicos en la mano, en Cádiz sólo está acreditada la caída del cielo del Ave Fénix del edificio del Trocadero, hace años. Planeó, se estrelló y resurgió de sus cenizas. Como el nombre de Rafael Alberti, que también surca el aire. El poeta, que ya es marca comercial, también es avión. Un detalle de la Diputación y de Air Europa, que con su nombre han bautizado un turbohélice de 64 plazas. Seguro que habían leído en De lo vivo lejano la pasión del portuense por los aviones: "La verdad es que creo que soy uno de los poetas que más ha volado y no sólo de mi generación".
Menos poético se mostró el candidato de IU, Antonio Romero, el lunes en Cádiz. En su afán de arremeter contra Joaquín Almunia por contar con menores de edad en un mitin, lo acusó de haber recurrido a "un catering" para seleccionar a los niños, hasta que, a la tercera, fue rectificado, y corrigió: "A un casting, quiero decir". Olvidó Romero que los anglicismos también los carga el diablo.
ANTONIO HERNÁNDEZ-RODICIO
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