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Reformas sin dinero

Gabriela Cañas

El sistema británico de salud, cuya pieza fundamental es el National Health Service (NHS), nació en 1948 y ha sido uno de los más ponderados de Europa por su amplia cobertura y su alta eficacia. En 1989, el Gobierno conservador de Margaret Thatcher decidió aplicarle un cambio sin precedentes, introduciendo las reglas del libre mercado con el objetivo de mantener su calidad sin aumentar sus costes. Así se crearon los trusts, algo que el Gobierno español ha imitado en parte dotando a los hospitales de autonomía de gestión, y se fomentaron las cooperativas de médicos dispuestos a competir con los centros públicos por el dinero estatal. La oposición laborista atacó con dureza la reforma porque, en su opinión, generaba una profunda inequidad. Tony Blair, tras su victoria electoral de 1997, prometió volver a reformar el sistema eliminando ese mercado interno de competencia, manteniendo los trusts, pero fomentando la colaboración. Sin embargo, Blair no dotó de mayor presupuesto a un sistema que ha quedado muy en precario desde el punto de vista financiero. De los últimos datos comparativos que se manejan (los de 1997) se desprende que el Reino Unido es el país de Europa occidental que menos porcentaje de su PIB dedica a la sanidad. Su 6,7% queda por debajo de Irlanda, Grecia, España, Israel, Italia y, por supuesto, lejos de Francia, Suiza y Alemania, donde ese porcentaje está alrededor del 10.

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Con un presupuesto de tales características, no es extraño que el número de médicos y enfermeras sitúe al Reino Unido también en el furgón de cola de Europa (véase EL PAÍS del martes pasado), y eso a pesar de contar con una importante red de asistencia de enfermería a domicilio. Y tampoco es extraño que su dotación hospitalaria le deje en mal lugar. El cierre de camas hospitalarias es un proceso generalizado, pero en el Reino Unido la tasa por cada 1.000 habitantes ha caído a la mitad en 20 años, y ahora es de 4,5, una estimación similar a la de España, Portugal e Irlanda, y muy lejos de los ricos y de la media comunitaria (7,3).

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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