Monumentos con raíces

Hay muchos patrimonios de la humanidad fuera de los museos. Son tesoros fuertes que resisten los embates de la meteorología y permanecen como testigos mudos de los cambios que se suceden a su alrededor. Y encima están vivos. Se trata de medio centenar de árboles que por su antigüedad y sus características constituyen hitos naturales de especial protección. Árboles monumentales y singulares de la Comunidad Valenciana y Región de Murcia cataloga estos árboles y ayuda al lector a conocerlos y encontrarlos en sus excursiones.El libro es producto de algo más de un año de trabajo del equipo formado por el biólogo Jesús Lara y el fotógrafo Tomás Solórzano. Durante 1997, el primero realizó el trabajo de campo y seleccionó los ejemplares atendiendo a criterios como su antigüedad, su singularidad botánica, su estética y su significado para la gente que se ha criado prácticamente bajo sus sombras. Asimismo, se encargó de la redacción de los textos y la recopilación de los datos que aparecen acompañando a las fotografías de cada ejemplar.

Con los datos y las indicaciones de Lara, a Tomás Solórzano le llegó el turno de cargar su equipo fotográfico en el coche y tirar millas. Pese a lo duro del trabajo, las anécdotas son innumerables y las satisfacciones también. La mayor parte de estas últimas proviene del trato dispensado por los habitantes de la zona, algo en lo que coinciden tanto autor como fotógrafo. "La gente se portó de maravilla. Cuando llamabas para pedir datos te los facilitaban sin problemas e incluso devolvían la llamada para aportar alguno más", señala Lara.

Solórzano recuerda lo que le pasó cuando fue a fotografiar un grupo de sabinas que lucían preciosas en los últimos momentos de la tarde. Cuando estaba tomando instantáneas, un lugareño le inquirió por lo que estaba haciendo y cuando le dijo que estaba fotografiando las sabinas más antiguas de la zona, el paisano le contestó que no eran esas, sino otras situadas dos kilómetros camino abajo. El hombre se ofreció a guiarle con su moto. "La luz se iba, de modo que metí la cámara montada en el trípode y como pude en el coche y le seguí. Gracias a sus indicaciones llegué justo a tiempo, antes de que cayera la noche", rememora.

El libro, un encargo de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) coordinado por Rafael Pedauyé, muestra una fotografía de cada ejemplar acompañado de su localización, ilustrada también con un croquis. Asimismo, se ofrecen datos técnicos como su perímetro basal, su altura y su antigüedad. Por último, se traza una historia del árbol y su entorno y, como ejemplo de la vocación de este libro de servir como guía para el excursionista, una hoja para que el lector tome los apuntes que considere oportunos.

El libro recoge un total de 48 árboles. Tan ardua como su clasificación y el estudio de sus características fue la labor de retratarlos. Solórzano ha llegado a recorrer cientos de kilómetros en un solo día para fotografiar tres ejemplares. El resultado de tanto esfuerzo es una guía de prodigios de la naturaleza. No todos son rurales, como la milenaria carrasca de Culla, sino que también se presta atención a ejemplares que forman parte del paisaje urbano, como los ficus del parque de Canalejas, o que son señas de identidad de una ciudad, como la palmera imperial del Huerto del Cura, en Elche.

Sólo un problema ha empañado el trabajo de Lara y Solórzano. Ambos coinciden en expresar su disgusto por la pésima calidad del producto final. El fotógrafo echa pestes de la maquetación y asegura que "la impresión ha menguado la calidad de las fotos, cielos que en el original son azules aparecen grises, y árboles que eran verdes parecen blancos". "No me gusta ni la maquetación ni cómo han quedado las fotos", señala a su vez Lara, que además debe añadir a sus quejas una especialmente grave: alguien le ha cambiado el nombre, puesto que como autor del libro aparece un tal José M. Lara, cuando él se llama Jesús.