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El protector del fuego

Ginés Donaire

De norte a sur y de este a oeste. Más de 30 localidades de Jaén (un tercio de toda la geografía provincial) se iluminaron con toda la intensidad en la noche de ayer domingo, víspera de San Antón, para celebrar, de manera variopinta, la festividad del santo francés, protector del fuego y de los animales. Se trata de una celebración muy arraigada en el norte de España y en Europa, pero con escasas manifestaciones en Andalucía. Salvo en Jaén, claro, donde perviven las tradiciones más ancestrales. En todas ellas el elemento característico es el fuego, símbolo de unidad y renovación ligada al año nuevo. Sin duda el elemento más común son las hogueras o luminarias que se levantan en barrios y plazas de los pueblos, alrededor de las cuales se degustan las más diversas manifestaciones gastronómicas, desde las típicas rosetas de la capital a los productos matanceros de las zonas de sierra, además de servir de punto de encuentro para cantar y bailar durante una larga velada.

De entre las tradiciones mejor conservadas destaca la del municipio de Arquillos, al norte de la provincia. Los vecinos, con el alcalde a la cabeza, llevan a cabo cada 16 de enero la llamada "renovación de voto" ante el patrón San Antón, que no es más que la promesa de guardar ayuno y abstinencia para agradecerle su milagrosa intercesión en la epidemia de cólera del año 1885.

Y es entonces donde emerge el personaje peculiar de esta fiesta, El Pelotero, que, ataviado con vestimenta burlesca, fustiga a los participantes en la fiesta con un látigo en cuya punta se suspende una alpargata vieja. El Pelotero, que es interpretado por alguien que tiene alguna promesa que cumplir, simboliza al diablo y recuerda las tentaciones a las que se vio sometido San Antón en el desierto. Al final, todos los vecinos degustan los sabrosos "pericones de San Antón", deliciosos roscos de harina y huevo.

En otros municipios, como Bedmar y Arjonilla, resultan típicos los saltos que los más osados realizan sobre las ascuas de las hogueras, que se encienden con ramas de oliva y trastos inservibles. En Quesada, las hogueras son avivadas por los vecinos para que perduren hasta el día 20, festividad del patrón de la localidad, San Sebastián.

Quizá sea en la capital jiennense donde mayor colorido presenta esta fiesta. Las asociaciones de vecinos compitieron anoche en el concurso de lumbres organizado por el Ayuntamiento que concentró a jóvenes y mayores degustando las típicas rosetas de maíz o calabazas y patatas asadas, junto a vinos de la tierra, todo ello mientras se bailaban los tradicionales melenchones (cantes y bailes en corro). Además, las antorchas que los vecinos portan para iluminar el recorrido de la clásica Carrera Urbana Internacional Noche de San Antón otorgan una magia especial a esa velada.

En otros lugares se mantiene la tradición de bendecir a los animales de labor. Así ocurrirá hoy lunes, festividad de San Antón, en Mengíbar, donde a los animales se les de dan vueltas alrededor de la iglesia de San Pedro. Junto al aspecto festivo, San Antón no puede entenderse sin repasar la variopinta oferta gastronómica. Desde los cigarrillos de matalaúva de Jódar o Sabiote a la típica olla de San Antón de Noalejo, sin olvidar bebidas tan autóctonas como la cuerva (especie de sangría), el ponche o el vino de esparteña.

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En Villarrodrigo, el pueblo más distante de la capital y más cercano a Albacete, se lleva a cabo hoy lunes el reparto del pan de la caridad, panecillos benditos que han de distribuirse, según manda la tradición, en grandes serones.

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