Manifestación
PEDRO IBARRA
Se dice que la manifestación de esta tarde resulta confusa, injustamente equidistante y también, al menos para algunos, espantosa. Bueno, pues se trataría de ver qué hay de cierto en todo ello.
Los lemas y consecuentes objetivos de la manifestación (y me refiero evidentemente a la manifestación tripartita y no a otra manifestación que también se va a celebrar en Bilbao ) parecen bastante claros. Se pretende que ETA deje de actuar, que los gobiernos se muevan para solucionar el problema de la violencia y que se reconozca el derecho del conjunto de los ciudadanos vascos a decidir sobre su futuro político. Como parece que los objetivos están, por sí mismos, bastante claros, resulta más probable que la acusación de confusión se otorgue al hecho de que aparezcan todos juntos y revueltos en la misma manifestación.
Se podría aceptar tal confusión en los objetivos, caso que las demandas apareciesen condicionadas entre sí. Por ejemplo, que se pidiese que ETA nos deje en paz sólo si el Gobierno se mueve. Pero resulta que esos condicionantes no aparecen; las reivindicaciones son autónomas; se proclaman , defienden y exigen por sí mismas.
Por eso aquellas personas que hayan decidido no ir a la manifestación no deberían alegar confusión, sino rechazo a una o varias de las demandas. Dado que la exigencia de cese de violencia es incondicional, sería falso decir que no se va a la manifestación porque esta no pedirá tal cese a ETA mientras no se reconozca a los ciudadanos del País Vasco el derecho a decidir. Sin embargo sí sería coherente no ir a la manifestación si cree que el Gobierno español no tiene que moverse (ni poco ni mucho) para lograr una definitiva pacificación del país; o si no cree que existe ese derecho colectivo de los ciudadanos vascos a decidir hasta donde quieren autogobernarse (o no cree que sea útil o prudente ejercerlo). Son rechazos a la manifestación perfectamente lícitos, pero que no obedecen a la confusión. Obedecen a opciones políticas muy claras. Igual de claras que las de los que convocan la manifestación.
El asunto de la equidistancia merece igual tratamiento. La convocatoria no afirma que los problemas que se tratan de resolver tienen la misma consideración moral, que son igualmente horribles los asesinatos de ETA que el inmovilismo del Gobierno. No. Lo que se deduce de la convocatoria es que deben resolverse los problemas que se plantean en la misma, más allá de que alguno de ellos nos provoque mucha más indignación moral que otros. Y que deben ser resueltos todos. Los tres.
Ello supone que en este caso el rechazo no debería venir causado por una inexistente declaración de indiferencia valorativa, sino por otras causas. O bien por que se considera que el único problema que merece la pena de ser resuelto es el primero (o el segundo, o el tercero) o bien porque aunque se concede importancia a los tres, se cree que deberían hacerse tres manifestaciones separadas -una cada sábado- y así evitar malentendidos (para algunos).
Finalmente están los del espanto, los que dicen que la manifestación, se quiera o no , es una forma de justificar que ETA siga actuando . Se puede discutir esta afirmación desde dos planos. Desde la razón y desde ciencias ocultas. Desde la razón, una pregunta: ¿alguien puede creer que ETA necesita coincidencias discursivas con otros para seguir matando o para dejar de hacerlo? La razón nos dice que hoy ETA solo se mueve en un sentido u otro por razones de protagonismo (protagonismo que ellos califican de político) y es evidente que esta manifestación se lo niega directamente.
Desde las ciencias ocultas deberíamos considerar argumentos propios del ministro del Interior, del tipo "dado que Lizarra es el mal, todo lo que de él sale es malvado". Pero no sé si merece la pena. Al fin y al cabo, lo que ocurre es que al ministro del Interior le pagan para meternos miedo. Ese es su oficio. Y la verdad, no lo hace mal del todo.
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