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Carta a un periodista gubernamental

De un periodista muy conocido del régimen pasado se repetía la supuesta gracieta de haber dicho que él no vendía su pluma sino que la alquilaba. Esa broma garbancera, que algunos todavía alaban y que retrató al sujeto en cuestión a pesar de sus pretensiones de intelectual, ocultaba en el fondo una permanente e incluso angustiosa dedicación a olisquear por dónde corrían los vientos de aquella dictadura para apuntarse al dominante. Eso sí, la perenne fidelidad al mando la camuflaba bajo apariencia de tremendismo. En un país en que se podían decir muy pocas cosas, a algunos ingenuos les daba la sensación de que aquel periodista era de los pocos que merecían ser leídos. Era un servidor del régimen que, al menos, a base de cinismo y de apariencia truculenta, estaba dotado de cierta sofisticación. Pero como toda situación española es indefinidamente susceptible al empeoramiento, ahora, en democracia, ha nacido otro género de periodista gubernamental. Borges nos recordó que lo que tenemos puede no hacernos felices pero que lo que falta nos hace desgraciados. El Gobierno actual se sintió desde hace tiempo desprovisto de cariño mediático y acabó supurando una especie de barrera coralífera de periodismo gubernamental.Hay, claro está, periodistas de derechas y de izquierdas. Ésta es, no obstante, una clasificación de escasa importancia ante otras previas, como la de listos y tontos o buenas y malas personas. Toda esa taxonomía es de sobras conocida. Lo peregrino es que haya sido ampliada con el periodista gubernamental, género contradictorio donde los haya por obvias razones de principio. Quien escribe en los periódicos puede tener simpatías, pero no adscripción; le caracteriza el ejercicio del despegue, la duda e incluso la prevención ante el exceso de transparencia cuando tiene una opinión nítida y perfilada. Frente a los partidos se siente ajeno y no cómplice. Todo eso es lo que hace al periodismo un privilegio y un goce para quienes lo ejercen. Poco debiera gozar de la vida el periodista gubernamental en el momento presente. No sólo no cree lo que él mismo dice sino que tampoco cree que le crean los que ven, oyen o leen. Alguno puede pensar que se guía por sólidos principios que le identifican con quien manda pero basta leerle para descubrir que no es así. En realidad, si bien se mira, más que a favor de algo parece estar en contra de muchos: de quienes gobernaron en el pasado, de los nacionalistas o de un grupo mediático, por ejemplo. Eso sí, está a favor de Uno, ni siquiera de un grupo político, a no ser por extensión. Procede, en fin, mediante un método que puede describirse como torrencial o abrumador; lo es en el minutaje, en la desmesura y en la improbable veracidad de las afirmaciones que hace. Director de diario madrileño ha habido que, antes de que se abra la campaña, ha cubierto toda la primera plana con afirmaciones que ni siquiera aparecerán en la propaganda partidista de cierre. Cadena de televisión existe que ha dedicado el 25% de la información nacional a una persona (adivínese a quién).

Hoy, en el comienzo de un proceso electoral, el periodista gubernamental tiene una buena expectativa inmediata y dos graves problemas a medio plazo. Quienes mandan presumiblemente van a ganar porque lo dicen las encuestas y tienen a su favor algunas sólidas razones. Pero el periodista gubernamental debiera saber, en primer lugar, que es innecesario e incluso puede llegar a ser contraproducente. El PSOE ganará si su adversario abruma a base de envolverse en la bandera nacional o repartir octavillas con el articulado de la Constitución pero también si sus adláteres siguen en la práctica del sectarismo fanático. Borges decía que lo conservador lleva a la tolerancia y a la resignación, de lo que se deduce que hay pocos periodistas gubernamentales que lo sea. En segundo lugar, tendrían que recordar que el político siempre le verá como un peldaño y éstos son reemplazables. En fin, este artículo, frecuentado por ocultas alusiones personales, no necesita para su interpretación más que una ojeada a los telediarios de TVE.

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