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Promesas

FÉLIX BAYÓN

Una de las cosas más jocosas de la democracia es el capítulo de promesas que se acostumbra a abrir en vísperas de elecciones. Para eso no hay nadie como Gil, ese hombre que tiene una relación tan ávida con el Código Penal que parece propia de un recordman Guiness.

Gil prometió en su momento cosas tan fantasiosas como una isla artificial, dos portaaviones para llenarlos de discotecas y un tren bala japonés para comunicar Marbella con el aeropuerto, lo que le permitió ganar tres veces consecutivas con mayoría absoluta.

Una pintoresca discípula suya se presentó en junio en Ronda prometiendo que iba a construir una carretera sin curvas para comunicar Ronda con la costa. Al menos el 35,4% del electorado -que la convirtió en la candidata más votada- debía de pensar, como ella, que las curvas eran un capricho de los ingenieros y de los políticos convencionales y no de la orografía.

Dentro de poco, cuando el Código Penal termine convirtiendo al GIL en anécdota histórica, habrá que investigar por qué los que dicen desconfiar tanto de los políticos están dispuestos, en cambio, a creerse cualquier cosa de gente como la del GIL. Aunque resulte duro creerlo, en Marbella aún hay quienes están convencidos de que el tren bala no se construyó porque hay mucha envidia y a Gil, el pobre, no lo dejaron. (Es curioso, por cierto, que se diga de los políticos deshonestos que "nadie le compraría un coche usado" y que Gil, precisamente, posea una próspera cadena de tiendas de coches de segunda mano).

Pero lo de las promesas electorales no es sólo cosa de los políticos de fantasía. Esta semana la ministra de Medio Ambiente, Isabel Tocino, ha estado en Málaga para anunciar, con toda la trompetería, el Plan Málaga, un plan que prevé obras que se han anunciado un montón de veces y que nunca se han concluido: el recrecimiento del pantano de la Concepción, la presa de Río Grande, el plan de saneamiento integral de la Costa del Sol...

Son éstas promesas que no sólo colean del actual Gobierno del PP, sino de los del PSOE, de los de UCD y de los de Franco. Ahora Isabel Tocino anuncia que el saneamiento integral estará en el 2001, fecha de ciencia ficción, muy propia para promesas improbables.

Lo más curioso del asunto es que el incumplimiento de promesas termina siendo rentable políticamente: los medios de comunicación tienen poca memoria y presentan como novedades cosas que hace décadas tenían que estar hechas. De este modo, las obras siguen sin hacer pero los políticos continúan saliendo en la foto, que es, por lo visto, de lo que se trata.

En cuestión de promesas, lo importante es echar imaginación; no hace falta sensatez ni realismo. Entre los planes de la alcaldesa de Málaga se encuentra un auditorio, ya proyectado por su predecesor y cuyo proyecto ha cambiado de ubicación incontables veces. Ahora -más difícil todavía- Celia Villalobos pretende construirlo sobre el mar, sin tener en cuenta que otra de sus promesas -el palacio de los Deportes- sigue cerrado y lleno de grietas a pesar de haber sido construido sobre tierra más o menos firme.

Pero, ya se sabe, lo importante no es la obra en sí, sino el reflejo de su anuncio en los medios de comunicación.

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