Homenaje a Kraus
El espectáculo del 7 de enero en el Teatro Real fue bochornoso. El acto estaba mal planteado desde un principio. Si los responsables del Real tuvieron problemas a la hora de encontrar artistas disponibles, debieron aplazar hasta mejor ocasión el homenaje que, sin duda, Kraus merecía, y no organizar un sucedáneo, un remiemdo a la "Gala de Reyes" de Plácido Domingo.Resultaron vergonzosos no tanto las bajas de Vargas y Bayo (justificadas en breves notas en el interior del teatro) como la desfachatez y el autoritarismo mostrados por Cambreleng al no considerar oportuno el informar de igual manera al público de la aparición de Domingo exclusivamente como director de la orquesta en un par de piezas, o de la repentina "indisposición" de Pavarotti (y pensar que aún se acusa de divismo a un profesional como Alfredo Kraus, que no suspendió una sola actuación en su larga trayectoria artística).
Pero vergonzoso fue también el comportamiento de cierto sector del público. El precio de las entradas y las horas de frío haciendo cola en los aledaños del Real (que no sufrieron los serenos ocupantes del patio de butacas y los palcos) justifican la indignación, pero no ciertos comportamientos infantiles y la falta de educación y respeto hacia Oprisanu una vez en el escenario, al público que optó por escuchar el recital y al propio homenajeado.
Sería recomendable un poco de reflexión para todos y un cambio de mentalidad en la gestión del Teatro Real. Mientras tanto, me reservo como imagen del homenaje a Kraus el calor y el cariño que ese mismo público del Real ofreció dos años antes al gran tenor canario.- Miguel A. Portillo Martín. Madrid.
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