El Reino Unido recibe la primera visita de un ministro iraní desde 1979
El Gobierno del ReinoUnido está iniciando con cautela un nuevo capítulo en sus relaciones con Irán al acoger, a partir de hoy, la primera visita oficial de un ministro iraní desde la revolución islámica de 1979. Altos funcionarios británicos aseguran que el viaje del jefe de la diplomacia iraní, Kamal Jarrazi, abre una oportunidad para mejorar los frágiles lazos existentes entre los dos países desde que hace dos años el Ejecutivo de Teherán se distanciara de la fatwa dictada por el fallecido ayatolá Jomeini contra el escritor británico Salman Rushdie.Jarrazi se entrevistará con su homólogo, Robin Cook, y funcionarios del Foreign Office afirman que también hará una visita simbólica de cortesía al primer ministro Tony Blair. El Reino Unido aceptó la visita del ministro iraní tras convencerse de que Irán había mantenido su compromiso de 1989 de no llevar a cabo la orden religiosa de asesinar al autor de los Versos satánicos. Un sector de los musulmanes vio en esta obra una blasfemia contra el islam.
La visita ha estado precedida de ciertas tensiones a causa de la publicación en el prestigioso diario conservador británico The Times de un artículo muy crítico con el periodo de Gobierno de Jomeini. Su ejercicio del poder se califica en ese texto, ya publicado a la muerte del fundador de la república islámica, como "un desastre a todos los niveles". Varios centenares de integristas se manifestaron el pasado viernes en Teherán para pedir la expulsión del embajador británico en Irán por ese motivo.
Pero el eje de las preocupaciones políticas de los iraníes se centra estos días en las elecciones legislativas del próximo 18 de febrero. A pesar del desmentido del guía espiritual de la república, Alí Jamenei, la prensa local insistía ayer en que por lo menos 30 diputados de la presente legislatura se encuentran entre las decenas de candidatos reformistas vetados para participar en esos comicios. El peculiar sistema de equilibrio de poder que rige en Irán exige no sólo la inscripción de los candidatos en el Ministerio del Interior, sino su escrutinio por parte del llamado Consejo de Vigilancia, un órgano controlado por los conservadores que verifica las credenciales revolucionarias de los aspirantes. Hasta ahora el Consejo venía descartando a quienes consideraba alejados de la ortodoxia rigorista sin mayores explicaciones, en claro beneficio de los sectores más conservadores del régimen. Sin embargo, desde la llegada al poder del presidente Mohamed Jatamí, en 1997, las críticas a su actuación han frenado en alguna medida su poder. Recientemente, el Parlamento aprobó una ley que exige al Consejo la justificación por escrito de su veto, así como que escuche las quejas de los candidatos descalificados.
Una cifra récord de 6.860 aspirantes a candidatos se ha inscrito para intentar lograr uno de los 270 escaños con que cuenta el Parlamento iraní.
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