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Un aplauso para los veteranos

El País

Los veteranos de la música vasca vuelven a estar de moda. Aunque en ocasiones su presencia se ha difuminado en el recuerdo, nunca han llegado a desaparecer del panorama, pero ahora, después de más de 35 años de carrera, una distinción honorífica vuelve a colocar en el primer plano de la actualidad a Mikel Laboa, Benito Lertxundi y los hermanos Joxean y Jexux Artze. La Universidad del País Vasco (UPV) les ha concedido su Medalla de oro por "su destacada actividad y aportaciones a la música tradicional vasca".Los cuatro galardonados formaron parte de Ez dok amairu, el grupo de lo que hoy se llamarían cantautores, surgido en el País Vasco a mediados de los 60, que sin renunciar a sus trabajos individuales se comprometió colectivamente con la cultura y la lengua vasca en unos momentos de vientos políticos no muy favorables. La medalla de la UPV se instituyó en 1983 para expresar el reconocimiento a personas y entidades de cualquier nacionalidad, que hayan prestado servicios extraordinarios a la Universidad vasca o hayan destacado en el cultivo de las ciencias, las letras o las artes.

El arte que une a premiados es la música. Laboa (San Sebastián, 1934) es neuropsiquiatra infantil de profesión e impulsor en 1964 de Ez dok amairu, inspirado por los movimientos catalanes de Setze judges y la Nova canço que conoció durante su estancia en Barcelona. Laboa ya había empezado a componer -en su primera canción puso música al poema de Gabriel Aresti Apur dezagun katea- y estaba empeñado en el rescate y la puesta al día de la música tradicional vasca, cuando junto a los hermanos Artze y Lertxundi inició la movida de Ez dok amairu.

De aquel entonces es el primero de la docena de discos con que cuenta en su carrera, grabado en Francia con la discográfica de Bayona Goiztiri. Poco después, a través de multitudinarios conciertos, la mayoría al aire libre, logró popularizar temas como Haika mutil, y Baga, biga, higa, hasta convertirlos en himnos de una época.

El oriotarra Benito Lertxundi formó parte de Ez dok amairu desde su fundación hasta su desaparición en 1972. Su primera grabación individual llegó algo más tarde que la de Laboa, pero a partir de su publicación en 1974 ha dejado constancia de su interés por el cancionero popular y la música de Zuberoa. El último disco, de la decena que compone su currículo musical, ha sido Ahuen sinfonikoa, en el que rompió la tendencia de su trabajo anterior y se acompañó por la Orquesta Sinfónica de Euskadi.

Joxean Artze, de 56 años, ha mantenido en paralelo a sus actividades musicales la dedicación a la poesía, pero junto a su hermano Jexux ha destacado por su aportación a la conservación y popularización de la txalapata, y la utilización de este instrumento tradicional en espectáculos musicales. La primera muestra de ello fue un disco, grabado en Barcelona en 1968, que fue el inicio de numerosas participaciones en discos y actuaciones.

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