El efecto checheno

El ataque de ayer contra la Embajada de la Federación Rusa en Beirut es la primera señal de que la crisis de Chechenia rebasa las fronteras de Rusia y la propia región del Cáucaso. Aunque no reivindicado, el asalto fue obra de un palestino, muerto después de que las fuerzas libanesas asaltaran el edificio desde donde estaban produciéndose los disparos, con el resultado de tres muertos y nueve heridos.El francotirador estaba solo, con una mujer a la que había tomado como rehén. Pero el tipo de armamento que se encontró -lanzagranadas y rifles Kaláshnikov- parece indicar que no se trataba de una acción meramente solitaria. El atacante llevaba en su bolsillo un mensaje en el que afirmaba llevar a cabo su acción terrorista en solidaridad con Grozni y los chechenos.

El ataque se produjo mientras militantes islamistas y las Fuerzas Armadas libanesas se enfrentaban al norte del país, y en vísperas del viaje a Belén del nuevo presidente provisional ruso, Vladímir Putin, para celebrar la Navidad ortodoxa del 2000. Sea como sea, pone de relieve que la guerra de Chechenia no se produce en un espacio hermético, sino que puede tener repercusiones más amplias.

Los dirigentes rusos pueden ganar militarmente la guerra, pero, con los brutales métodos utilizados para intentar doblegar la resistencia chechena, es seguro que Moscú no ganará la paz. Sin embargo, su máxima prioridad es la política interna rusa. Ésta es la guerra de Putin, con la que ha ganado popularidad, y que dirigen unos jefes militares rusos que han logrado un alto grado de autonomía. Sin esa paz Chechenia se convertirá en un factor de inestabilidad para Rusia, para el Cáucaso, y con repercusiones posibles en el mundo musulmán, como quedó ayer demostrado en Beirut. Interesa a todos buscar una solución estable, justa y razonable a la crisis de Chechenia. Pero la manera en que se está conquistando Grozni no la favorece.