Apabullante bombardeo de papeleras

Merecen, sin duda, una dura crítica esas papeleras obús que, a miles, nos han dejado caer sobre Madrid, tan excesivas en su número, demasiado grandes para su tamaño, pésimas en su diseño y obstaculizadoras del tránsito de peatones. Incluso puede uno hacerse daño en la mano fácilmente con los afilados bordes de la estrecha abertura de tales papeleras; con las cuales se ha agredido a la estética urbana y a la circulación de los viandantes, ya tan castigadas por los chirimbolos publicitarios y otras cosas.Llega al colmo que hayan sido convertidas en carriles de esas papeleras obús -puestas en mitad del paso- las calles peatonale del centro de Madrid. Algún periodista ya se ha referido oportunamente a ciudades de otros países particularmente limpias y en cuyas calles hay pocas papeleras. Siendo el hecho que Madrid, con toda esta desmesura de las papeleras obús, es la ciudad más sucia del mundo en lo que concierne a una suciedad tan fastidiosa como la sónica: el ruido. Y ello, con la complacencia, y aun el fomento, de quienes mandan.

Resultando además contraconstitucionales en muy fuerte medida esas papeleras por el despilfarro (opuesto al artículo 31,2 de la Constitución) que ha supuesto el coste del exagerado número de las mismas y el altísimo precio, de cerca de 100.000 pesetas, que ha pagado por cada una el Ayuntamiento, con indisculpable arbitrariedad y ligereza en el gasto del dinero de los contribuyentes.- Presidentes de asociaciones ciudadanas.