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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Modélica, pero menos

EL CONSEJO Consultivo de Privatizaciones (CCP), un organismo diseñado por el Gobierno para opinar sobre la venta de las empresas públicas, y que no se caracteriza precisamente por su espíritu crítico hacia las decisiones del Ejecutivo, ha emitido un informe sobre la privatización de la compañía aérea Iberia que cuestiona el procedimiento de venta seguido por la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), titular del capital público de Iberia. El informe da el visto bueno a la privatización -hay que recordar que los dictámenes del CCP no son vinculantes y sus afirmaciones sólo tienen la categoría de recomendaciones-, pero critica el procedimiento seguido para llevarla a cabo, principalmente porque los socios fueron elegidos por la SEPI antes de negociar con ellos el precio de venta de la compañía. Esa circunstancia ha debilitado la posición negociadora del vendedor y, muy probablemente, ha reducido de forma importante el dinero que percibirá el Estado por las participaciones que adquirirán dichos socios (en torno al 40% del capital), al margen de la venta en Bolsa del resto de las acciones, que deberá producirse a finales de 2000.La apreciación del Consejo Consultivo es correcta y señala un error en la estrategia negociadora que no suele cometerse en este tipo de operaciones. Sin embargo, el ministro de Industria, Josep Piqué, descontento quizá con el hecho de que un organismo consultivo cuestione, aunque de forma moderada, una operación del Gobierno, explicó ayer que la privatización de Iberia era modélica y se atrevió a aclarar que en esa venta no era importante conseguir el mejor precio, sino el mejor socio.

La explicación del ministro es correcta siempre que se tenga buen cuidado de justificar con ella solamente el método de negociación con los socios tecnológicos. Efectivamente, una compañía como Iberia -o como Seat o Aceralia, por poner dos ejemplos de diferentes épocas- necesita imperativamente un socio tecnológico, y en su búsqueda es relativamente poco importante el dinero que dicho socio aporte por entrar en el capital. Ahora bien, ese orden de prioridades no es aplicable al resto de los socios; en este caso, los que forman el llamado núcleo español en Iberia (Cajamadrid, Logista, BBV, El Corte Inglés-Ahorro Corporación), que también fueron elegidos antes de negociarse el precio y cuya presencia en el capital de la compañía no tiene el carácter vital que cabe atribuir a la participación de American Airlines o British Airways.

Así pues, resulta excesiva la calificación de modélica aplicada a una privatización cuyo precio de venta ha bajado en apenas un mes desde 580.000 millones de pesetas hasta 454.000 millones, sin que haya mediado explicación pública alguna sobre este particular. Pero es que, además, hay otras razones de peso para temer que la venta de Iberia no es tan brillante como la pinta Piqué. Produce una cierta inquietud comprobar cómo uno de los socios tecnológicos, British Airways, asegura que si la OPV -venta de acciones en Bolsa- no se produce antes de un año abandonará la operación. O cómo se han suscitado diversas tentativas, varias de ellas con éxito, para rebajar el precio de compra de las acciones entre los diversos socios.

Con independencia del grado de autopropaganda que el ministro de Industria -y ministro portavoz del Gobierno- quiera concederse a propósito de Iberia (o de cualquier otro asunto), debería comparecer en el Congreso para explicar los detalles de la privatización, tales como los retrasos en el plazo, las posiciones de los socios tecnológicos respecto al futuro de la compañía y los motivos de los cambios de precio de la empresa. Después, si tales cuestiones son contestadas como corresponde, y no con grandilocuentes declaraciones de principios, serán los ciudadanos quienes decidan si la privatización es modélica o no.

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