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Montjuïc mide más de 5.000 metros

Ciclistas del ONCE experimentarán en una cámara hipobárica los efectos de la altura

Carlos Arribas

La Enciclopedia Catalana está equivocada. Montjuïc no mide 173 metros. La colina que domina el litoral de la ciudad de Barcelona desde el puerto hasta la desembocadura del Llobregat mide 5.000 metros o 6.000 o 4.000, los que quiera Ferran Rodríguez Guisado, que no es un mago sino un científico, un investigador.Rodríguez Guisado trabaja en la Unidad de Hipobaria del Instituto Nacional de Educación Física de Cataluña (INEFC) y la Universidad de Barcelona, ubicada en la montaña de Montjuïc. Tiene la llave, pues, de un curioso habitáculo metálico con capacidad para 12 personas, llamado cámara hipobárica, en el que, aspirando el oxígeno con bombas, se simulan las condiciones de baja presión atmosférica que se dan en la montaña. Así, apretando una tecla logra en un instante que allí dentro se respire como en Alpedrete (1.000 metros), como en Navacerrada (2.000), como en Sierra Nevada (2.500), como en la cima del Galibier (3.000), como en los Andes (5.000) o hasta como en el Everest (8.800). Todo, sin moverse del sitio.

¿Para qué? Por capricho no, claro. Lo comprobarán el próximo mes un par de ciclistas del ONCE, que protagonizarán un experimento sobre los efectos de la altura, más de 5.000 metros, en el organismo. Sus datos se compararán con los de otro grupo de control que estará en Sierra Nevada (a 2.500 metros) y con otro grupo que estará al nivel del mar. El estudio lo llevará también Nicolás Terrados, el médico del ONCE, uno de los pioneros europeos en el estudio de la relación entre la altura y la mejora en el consumo de oxígeno por los atletas.

Si no fuera porque suena mal en estos tiempos, Ferran Rodriguez tiene en sus manos lo que podría considerarse la única fábrica legal de EPO. Que nadie se alarme. El ineluctable deseo de ir siempre más allá condujo a los investigadores, deportistas y fisiólogos a buscar cualquier método para aumentar el rendimiento en la competición. Podía uno ganar resistencia cargando de oxígeno la sangre.

Para conseguirlo podía uno hacerlo entrenándose en altura. Ecuación: la presión barómétrica es más baja cuanto más alto se está; aunque el porcentaje de oxígeno en el aire sea el mismo en el Everest que en Alicante -alrdedor del 21%-, allí arriba parece que hay menos porque la presión es, precisamente, la que lo empuja hacia los pulmones, y cerca de los 9.000 metros es tres veces menor que a nivel de mar, así que, en realidad, es como si sólo el 7% del aire tuviera oxígeno; el cuerpo, necesita sobrevivir con menos oxígeno y decide fabricar más glóbulos rojos -que son como camiones que lo transportan en la sangre- para aprovecharlo al máximo, lo que pone en funcionamiento la fábrica, o sea, la hormona eritropoietina que estimula a la médula a fabricar glóbulos rojos. Pero el método era engorroso. Exigía estancias de dos o tres semanas en la montaña, lo que para algunos deportistas era imposible y caro. Además, no era posible entrenarse con el mismo nivel de exigencia que al nivel de mar.

También podía uno abreviar y sacarse sangre, agitarla, congelarla, dejarla en los huesos, puro hematocrito, e inyectársela después. Riesgo de infecciones, dificultad de controlar los resultados, errores... muchos factores en su contra. Además, la autotransfusión se prohibió en 1985.

'Pequeños' defectos

Más fácil: recurramos a la EPO. Una inyección un par de días a la semana, resultados espectaculares, perfecta correlación dosis-resultados. El hematocrito que usted quiera para el día que desee. A su servicio. Un pequeño defecto: está considerado dopaje, y podría tener efectos perniciosos para la salud a largo plazo.

En la búsqueda de un equilibrio deseable entre resultados y ética, no dopaje, no riesgo, los escandinavos y los norteamericanos empezaron a pensar en cómo utilizar para sus fines las cámaras hipobáricas que desde los años 50 utilizan los ejércitos para preparar a sus pilotos de aviación para las alturas y que también utilizaban los escaladores para aclimatarse a los 8.000 metros antes de volar al Himalaya. Mucho experimento y mucho protocolo. Unos cuantos eslóganes del tipo living high, training low (vivir arriba, entrenar abajo) y así. Todo un subgénero apareció: mascarillas pobres en oxígeno, tiendas de campaña bajas en presión. Resultados poco espectaculares: si la inyección de EPO permitía alcanzar un aumento de hematocrito del 20 o el 30% en poco tiempo, con las cámaras hipobáricas se alcanzaban resultados mucho más modestos (en torno al 10%) y aleatorios. Algunos sentían mucho, otros poco, y más de uno nada.

Y así se llega a Montjuïc, enero del 2000.

Ferran Rodríguez explica que lo suyo, lo que mostrará con el ONCE, es un paso más adelante, lo más avanzado del momento. Su lema es staying high, training low (estar un rato arriba, entrenar abajo). "La clave", dice Rodríguez Guisado, "es que hasta ahora la mayoría de los estudios se basaban en la teoría de vivir en poca altura, unos 3.000 metros, bastantes horas al día, y nuestro protocolo se basa en lo contrario: estancias cortas, de entre hora y media y cinco horas, a mucha altura, de más de 5.000 metros. Somos el primer grupo mundial que lo va a probar: serán pocas horas porque a partir de siete, más o menos, el organismo se resiente a estas alturas".

Los investigadores y los rectores del ONCE son conscientes de que los resultados nunca serán tan espectaculares como los conseguidos con la EPO, pero al menos no serán dudosos. "Es una alternativa legal a la EPO, al alcance de cualquiera. Antes que nada somos médicos", dice Rodríguez Guisado, "y la salud la ponemos por encima de todo. La hemoglobina no pasará de 18, y el nivel de hematocrito ni por asomo superará el 50%. También somos especialistas en la viscosidad de la sangre y sabemos que con la adpatación del cuerpo a la altura en la cámara hipobárica no se producen los problemas que con la inyección de EPO. Además, con nuestro método, el deportista no sólo mejorará su consumo de oxígeno, también saldrá favorecida su capacidad tampón para frenar el doloroso ascenso del ácido láctico, con lo que aumentará también su capacidad anaeróbica".

Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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