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Reportaje:HISTORIAS DE INMIGRANTES

Polacos esquiladores de ovejas

Miquel Noguer

Muchos aún no lo entienden. ¿Cómo pueden estos hombres esquilar ovejas a tanta velocidad y sin tener que atarlas? La pregunta se la han hecho muchas veces los criadores de ovejas de Cataluña que en los últimos años han visto trabajar a Jacek Kaczmarski y Slawomir Mierzejenski, dos inmigrantes polacos ahora afincados en Santa Margarida de Montbui (Anoia).Tanto Jacek como Slawomir no encuentran nada raro en esquilar hasta 1.000 ovejas en una jornada, como tampoco les extraña el hecho de no tener que atar las patas de los animales para cortarles la lana. "Utilizamos el método australiano", dice Jacek. Este sistema, a diferencia del empleado tradicionalmente en Cataluña, permite no tener que molestar mucho a las ovejas y evita manosearlas en exceso a la hora de esquilarlas. "Los animales viejos son muy sensibles, y en el caso de las hembras embarazadas, hay que ir con cuidado porque pueden perder las crías", explican los dos esquiladores.

El método de los dos polacos no es nuevo, pero hasta su llegada estaba poco implantado en España. El desconocimiento que de este sistema tienen muchos ganaderos ha hecho que en más de una ocasión hayan mirado extrañados a Jacek, Slawomir y el resto de sus compañeros. "Una vez aseguraron que teníamos un pacto con el diablo", cuenta riéndose Jacek Kaczmarski. Otros les han llegado a preguntar si para esquilar a las ovejas sin atarlas las hipnotizan.

Pero la clave para esquilar a estos animales está en no dejar que ninguna de sus patas toque el suelo. De esta forma, la oveja no se puede escapar y queda totalmente indefensa ante el esquilador. Éste, con auténticas manos de plata, le cortará la lana intentando que la oveja no se estrese, según explican Jacek y Slawomir. Una vez esquilado, el animal acostumbra a tambalearse "como si estuviera borracho", puntualizan. Esta reacción se debe al cambio de temperatura que nota la oveja al desprenderse de su abrigo invernal.

La forma como Jacek y Slawomir llegaron a Cataluña daría envidia a la mayor parte de los inmigrantes que han conseguido instalarse en esta tierra. Un conocido de su pueblo, que ya había trabajado como esquilador en España, les habló de las posibilidades de encontrar trabajo que había. Él mismo les hizo de puente con Jaume Vives, un empresario de servicios ganaderos de la comarca del Anoia. Cuando llegaron a Cataluña, tenían a punto su contrato laboral y los permisos necesarios.

Desde hace unos años Vives contrata a polacos para desempeñar tareas ganaderas y especialmente para esquilar ovejas. Este empresario dice que suele contratar a polacos porque en el país no se encuentran suficientes personas que sepan esquilar ovejas. Además, esta tarea está muy concentrada entre los meses de abril y junio, por lo que es difícil hacerse con los servicios de un profesional cuando el ganadero lo necesita.

El contacto entre Jaume Vives y los esquiladores polacos también puede decirse que fue fruto de la casualidad. "Les contraté como pastores, pero cuál no sería mi sorpresa al ver que lo que realmente hacían bien era esquilar ovejas", recuerda el empresario. Desde entonces cada año contrata a una cuadrilla de unos ocho polacos que, a lo largo de cuatro meses, viajan por toda Cataluña esquilando rebaños de ovejas.

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Desde que Vives empezó a contratar a ciudadanos polacos para esquilar ovejas, muchos de ellos no han querido regresar a su país. Algunos trabajan para otras empresas, incluso los hay que han montado su pequeño negocio en diversos puntos de España. La mayoría, sin embargo, no tiene intención de instalarse en Cataluña y ni se plantea que emigre su familia. "Me gusta Polonia y prefiero vivir allí, aunque unos meses al año tenga que desplazarme hasta Cataluña para trabajar", afirma Jacek.

A pesar de la atracción que sienten por su tierra, tanto Jacek como Slawomir aseguran que no es fácil vivir allí de manera digna. "Con la caída del comunismo todo se vino abajo", afirman. En su provincia natal, Kielce, ya no se puede vivir del ganado. Los grandes rebaños que existían en la época soviética hace tiempo que desaparecieron, y con ellos, la posibilidad de sobrevivir en el campo. La industria de su región tampoco se ha salvado del desplome que ha vivido Polonia. Explican, no sin cierta melancolía, que la mayor fábrica metalúrgica instalada en su provincia ha pasado de ocupar a más de 10.000 trabajadores en tiempos del comunismo a dar trabajo a no más de 2.000. "Nos dicen que la economía tiene que resituarse, pero mientras así nos van las cosas", dicen.

Los dos esquiladores polacos se han integrado bien en la vida de Santa Margarida de Montbui, donde residen mientras están en Cataluña. A pesar de ello, lamentan no poder conocer a más gente de la zona. Sus dificultades con el idioma y, sobre todo, la falta de tiempo les impiden acabar de familiarizarse con la vida local. Para ellos la inmigración es una etapa más de sus vidas.

Hace 10 años no se habrían imaginado tener que dejar su país para encontrar un trabajo digno. Tampoco se habrían creído que muchos ciudadanos rusos desembarcarían en su país para salir de la miseria. Lo cierto es que los rusos están trabajando en Polonia y que lo hacen cobrando menos de dos dólares diarios. Esto ha motivado, según Jacek y Slawomir, que los salarios hayan sufrido una gran bajada y que ellos hayan tenido que irse del país.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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