Las furgonetas bomba de ETA tenían trampas para dificultar su desactivación
Las dos furgonetas bomba de ETA, cargadas con 1.700 kilos de explosivos, que la Guardia Civil interceptó la semana pasada camino de Madrid estaban dotadas de hasta cuatro mecanismos de activación, lo que habría hecho casi imposible neutralizarlos en el caso de que un aviso previo hubiera permitido intentarlo, según fuentes de la lucha antiterrorista. El objetivo del doble atentado sigue siendo una incógnita. José María Novoa, el único detenido, ha declarado que sólo la jefa del comando, Alicia Sáez de la Cuesta, lo conocía.
El hallazgo en la segunda de las furgonetas de un folio con la inscripción "Peligro. No mover. Furgoneta Bomba ETA" ha llevado a pensar que quizá la banda terrorista no pretendía hacerlas estallar, sino tan sólo exhibir su fortaleza colocándolas en el objetivo elegido y dejando que la policía las desactivara.Pero esta teoría tropieza, sin embargo, con una evidencia. Los vehículos iban dotados con hasta cuatro mecanismos de activación. Según fuentes de la lucha antiterrorista, eso significa que habría resultado "casi imposible" neutralizarlos en el caso de que las fuerzas de seguridad, alertadas por la propia ETA o por algún ciudadano que hubiese léido el cartel, hubieran podido intentarlo. "En el breve tiempo de que se dispone desde que se activa una bomba hasta su explosión los artificieros pueden neutralizar un mecanismo, quizá dos, pero no cuatro", alegan.
La hora elegida -los dos artefactos estaban preparados para las 19.56, justamente cuando se produce la salida del público de los comercios- y la gran cantidad de explosivo -más del triple del máximo empleado nunca por ETA- llevan a descartar casi totalmente la posibilidad de que no se produjeran víctimas.
En estas circunstancias, la hipótesis más probable para los servicios de información es que con ese cartel los terroristas pretendieran, como ocurrió en el atentado de Hipercor, en Barcelona, trasladar a otros la responsabilidad última de la masacre.
El dato, esencial, que falta para completar el análisis es el objetivo elegido. El director general de la Guardia Civil, Santiago López Valdivielso, quien ayer acudió a Quintanilla de Onésimo (Valladolid) -la localidad en la que el presidente del Gobierno, José María Aznar, pasaba antes sus vacaciones- para colocar la primera piedra de la nueva casa cuartel, reiteró que cualquier información al respecto es "mera especulación".
José María Novoa Arroniz, el conductor de la primera furgoneta y el único detenido hasta ahora, aseguró en sus declaraciones ante la Guardia Civil y el juez que desconoce el objetivo. Novoa sostuvo que su misión era dejar el vehículo en un lugar en el que lo recogerían quienes ejecutasen el atentado. Agregó que Alicia Sáez de la Cuesta, al volante del coche que abría la caravana de la muerte -la denominación empleada por el ministro del Interior, Jaime Mayor- para advertir a los demás de cualquier imprevisto, es la máxima responsable del comando y, como tal, la única conocedora del objetivo.
Aunque Novoa aportó inicialmente muchas pistas falsas -dijo que recogió el vehículo en Zaragoza y luego se ha sabido que lo hizo en la frontera francesa-, al final acabó facilitando todos los detalles. Entre otros, la localización de la casa de Ametzaga (Álava) donde ocultaban un arsenal compuesto por 25 kilos de explosivos, armas y munición. Según las mismas fuentes, no resulta comprensible que, conociéndolo, sólo ocultase el objetivo de un atentado frustrado en todo caso.
Aunque continúa su búsqueda, la policía tiene pocas esperanzas de encontrar a Alicia Sáez de la Cuesta e Igor Martínez de Osaba, el tercer integrante del comando Basurde (Jabalí). Ambos huyeron el pasado día 20 después de que la Guardia Civil interceptase la camioneta que conducía Novoa en el kilómetro 204 de la autovía Madrid-Zaragoza. Martínez abandonó la suya cerca de Alhama de Aragón (Zaragoza) y se subió al coche de Sáez hasta detenerse en la estación ferroviaria de Calatayud.
Ayer volvieron a circular informaciones sobre la posibilidad de que la detención de Novoa hubiera sido fruto de un seguimiento del convoy desde la frontera. Fuentes de Interior insistieron en que la pareja de Tráfico que interceptó la primera furgoneta actuó guiada sólo por su celo profesional. Eso sí, desde que ETA dio por roto su alto el fuego, el pasado día 3, todos los agentes tenían la orden de andar "con los ojos bien abiertos".
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