Bayo se retracta y niega ahora haber interrogado a los dos etarras en el palacio de La Cumbre
El ex cabo de la Guardia Civil Felipe Bayo, que en agosto de 1997 declaró ante el juez que, junto al ex sargento Enrique Dorado, interrogó a los etarras José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala en el palacio de La Cumbre, de San Sebastián, por orden del entonces comandante y hoy general Enrique Rodríguez Galindo, se retractó ayer de esas manifestaciones. Bayo alegó encontrarse afectado por una depresión de la que está siendo tratado y se negó a contestar a las preguntas del fiscal y del resto de las partes, excepto a su abogado, por no estar, dijo, en condiciones de razonar y argumentar.
Felipe Bayo -por si no había quedado claro su estado, precisó: "Es como si tuviera que hacer una carrera de 1.000 metros con un esguince"- pidió al tribunal que se leyera parte de un escrito fechado el 29 de marzo de este mismo año en la prisión madrileña de Alcalá. En el mismo se declaraba inocente del secuestro, la tortura y el asesinato de José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala y se retractaba de las acusaciones que dirigió contra sus superiores en las declaraciones y los careos que se produjeron a partir del 12 de agosto de 1997.Previamente, el ex cabo se dirigió al letrado Íñigo Iruin, la acusación particular en nombre de las familias de los etarras muertos, y le dijo: "Comparto el dolor de las madres de Lasa y Zabala, porque el sufrimiento de las madres no conoce de color ni de ideología. Es dolor desgarrador y nada más. Pero no deseo contestarle [a sus preguntas]".
El secretario del tribunal leyó el escrito (ver columna) y Bayo ratificó su contenido. El ex agente decía en él que había confesado su intervención y la de sus superiores en el caso "ante la soledad del hombre inocente, injusta y cruelmente en prisión; y la sensación de desamparo, que de forma subjetiva sentía en esos momentos de abandono, y sobre todo pensando en mi hijo, que dejé con ocho años y ahora está a punto de cumplir los 12".
Detalles y explicaciones
El acusado se libraba así de tener que explicar por qué en sus declaraciones de agosto de 1997 ofreció detalles que no pudo conocer por la prensa, su razón de ser tan preciso durante la inspección ocular del palacio de La Cumbre o aclarar los pormenores de la cinta que junto con Dorado grabó en la cárcel de Alcalá el 4 de abril de 1997 durante una visita que les hicieron el ex gobernador de Gupúzcoa José Ramón Goñi Tirapu y el teniente coronel Ángel Vaquero.
El fiscal solicitó entonces las lecturas de las cuatro declaraciones prestadas por Bayo en agosto de 1997: sobre la inspección ocular del palacio de La Cumbre, la declaración indagatoria -la que se presta después del auto de procesamiento- y los careos mantenidos con Vaquero, el comandante Alba, el letrado Jorge Argote, el teniente Del Hoyo y Goñi Tirapu.
En la primera de las declaraciones Bayo decía que había estado callado por una lealtad mal entendida hacia el general Galindo, pero que, como el sumario se iba a cerrar y había muchas evidencias contra Dorado y contra él, había decidido empezar desde cero y eliminar la estrategia de su abogado hasta ese momento, Jorge Argote.
Bayo negaba haber secuestrado a Lasa y Zabala, pero reconocía que tanto Dorado como él habían participado en los interrogatorios que se les hicieron en el palacio de La Cumbre. Bayo aseguró que Del Hoyo les había avisado y que les llevó a La Cumbre, donde se encontraban los detenidos junto con el entonces gobernador civil de Guipúzcoa, Julen Elgorriaga; el entonces comandante Galindo y el capitán Vaquero. Les dijeron que eran dos refugiados de Francia, que les tenían que interrogar sin que supieran quiénes eran ni que estaban en España y que les hicieran pensar que eran del Mosad (uno de los servicios secretos de Israel). Supo que eran Lasa y Zabala porque allí estaban sus documentaciones y las llaves de los grilletes.
Siempre según Felipe Bayo, recibieron instrucciones de Galindo de que les interrogaran y así lo hicieron, aunque en ningún momento les torturaron. Les interrogaron por separado para ver si había contradicciones y les mostraron un álbum de fotos con gente de Tolosa para ver si reconocían a alguien. De ahí partieron las operaciones Tolosa 1 y 2
Bayo afirmaba que Del Hoyo, Galindo y Elgorriaga sólo estuvieron la primera noche, mientras que Vaquero estuvo casi permanentemente allí. También, que, cuando la noticia salió en la prensa, se retiraron de La Cumbre y nunca más volvieron a ver a los detenidos. Ni siquiera preguntó por su paradero.
Habían estado con ellos tres días con sus noches. No se hizo atestado para su entrega a la autoridad judicial porque era una operación irregular. "Era consciente", decía Bayo, "de que estaban detenidos ilegalmente".
Hoy se reanudará el interrogatorio de Bayo con la lectura de las restantes declaraciones, los careos y las diligencias. El fiscal, con ella, pretende restar importancia a la retractación genérica, especialmente porque Bayo no aporta datos que desvirtúen los detalles ofrecidos en el momento en el que decidió colaborar con la justicia.
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