El 'greco' sale del calabozo
Dice el cura del pueblo, Miguel Sobrado, que la localidad segoviana donde ejerce su ministerio, Martín Muñoz de las Posadas, tendrá el día de Reyes del próximo año 2000 un regalo muy especial. En esa fecha espera tener de vuelta a su iglesia un cuadro de El Greco que en abril hubiera cumplido 17 años de encierro en el calabozo del cuartel de la Guardia Civil de ese pueblo segoviano. El cura párroco, la alcaldesa y casi todos los vecinos del lugar desean, a pesar de que no han acabado las obras de restauración de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, que el Cristo crucificado vuelva al lugar de donde fue descolgado en 1983 para que no sufriera desperfectos por las obras de rehabilitación del templo.
La tela permanece por ahora apoyada contra la blanca y fría pared de un calabozo de no más de tres metros cuadrados de superficie por casi tres de altura. Su única compañía es un puchero de barro con agua para mantener la humedad en el ambiente y evitar las grietas en la pintura de este cuadro, que mantiene las características de expresión lírica y trascendental que hicieron famoso al pintor que murió en Toledo en 1614. Cada vez que la Guardia Civil tiene que alojar a un detenido, el cuadro, de 173,5 por 114 centímetros, ha de ser ubicado en el despacho del sargento o en otra dependencia del cuartel.
Pero más allá del valor artístico, el que el cuadro del insigne pintor greco-español permanezca custodiado por el instituto armado, no significa que el pueblo renuncie a esta obra de arte. En los años cincuenta, el marqués de Lozoya y su tío el conde de Cedillo pretendieron sacar de la localidad la pintura para restaurarla, y los vecinos lo impidieron llegando a peligrar la integridad del noble tras intentar volcar el vehículo en el que se lo llevaban. Según relata el párroco, "muchos años antes, durante la invasión napoleónica, los lugareños escondieron la pintura en la sacristía de la iglesia tapándola con yeso y otros elementos. En 1990, los vecinos también impidieron que el cuadro fuera a una exposición de la Caja de Ahorros de Segovia, y dos años más tarde también se negaron a que viajara a la Exposición Universal de Sevilla". Cada vez que algún grupo de personas ha querido ver el lienzo en el calabozo, ha habido que coordinar la visita con el cura, el alcalde y la Guardia Civil, que fiel a su espíritu ha guardado con gran celo este cuadro que muy pronto ya habrá finalizado este largo periodo de cautiverio.
Catalogado con el número 78 de los cuadros pertenecientes a Domenikos Theotokópulos, El Greco, según el Patrimonio del Estado, la pintura representa la figura de Cristo clavado en la cruz acompañado de la Virgen y de San Juan y con un hombre en actitud de orar que se especula que puede ser el cura de la iglesia de Santo Tomé en Toledo, posible donante del mismo, ya que, según los documentos descubiertos, era aposentador mayor de Navalperal del Campo, localidad desaparecida y originaria del cuadro, y que mantenía correspondencia con el pintor nacido en la isla de Creta.
Ni uno solo de los vecinos de este pueblo segoviano esperaba que las obras de la iglesia se prolongaran durante tanto tiempo y acarrearan tantos problemas. Dos años iban a durar en un principio, pero la quiebra de la empresa que inició los trabajos demoró unas faenas que aún no han concluido. Están pendientes reparaciones en el órgano, el altar mayor, los dos altares laterales, la capilla de San Marcos y varias pinturas del siglo XIII, época en la que se construyó la iglesia. Una reciente visita al director general de Patrimonio de la Junta de Castilla y León, Javier Toquero (cesado la pasada semana) por parte del cura párroco tampoco arregló nada.
"No encontraban el expediente, lo habían extraviado", afirmaba ayer Miguel Sobrado, que fue, junto al alcalde y al sargento del puesto de la Guardia Civil, quien decidió que el lugar más seguro para guardar el cuadro era el calabozo. No le faltaba razón, ya que, años antes, los ladrones de obras de arte se habían llevado una custodia de plata del siglo XVI y dos bargueños de la misma época que se encontraban guardados en uno de los monumentos emblemáticos de Martín Muñoz de las Posadas, el palacio de Espinosa de los Monteros.
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