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Francia debate imponer por ley el 40% de mujeres en listas electorales

La Asamblea Nacional votará en enero una reforma constitucional

La Asamblea Nacional francesa ratificará -o no- el próximo mes de enero los 18 artículos de una reforma constitucional que consagra "el principio del igual acceso entre hombres y mujeres a los mandatos electorales y a los cargos propios de los electos". El primer ministro, Lionel Jospin, pide la paridad -"que para mí es 50-50"-, pero Nicole Péry, su secretaria de Estado para los Derechos de la Mujer, ha elaborado un texto algo menos exigente. En Francia, sólo el 10% de los diputados y el 6% de los senadores son mujeres.

Los 18 artículos establecen, en resumen, que los partidos que no presenten, a partir de las municipales del 2001, un 40% de mujeres en sus listas perderán parte de la ayuda pública que reciben las formaciones políticas en función del número de votos y de escaños. La sanción puede llegar al 25% de la subvención."Las cuotas son un insulto para la mujer", ha declarado, furibunda, Michèle Alliot-Marie, para quien Jospin "simula querer atraer las mujeres a la política con una reforma hipócrita e inaplicable". Alliot-Marie, flamante presidenta del partido gaullista RPR, es "la prueba viviente de que no hacen falta ni cuotas ni paridad para triunfar", dice su colega Christine Boutin, del ala más católica de la liberal UDF. Lo cierto es que Alliot-Marie, en su momento, les reprochó a otras diputadas gaullistas -Françoise de Panafieu, Roselyne Bachelot- que intentasen "meter más mujeres en el partido". En realidad, la presidenta del RPR sigue al pie de la letra el que considera el mejor consejo que ha recibido en su vida: "Para hacer una buena campaña electoral", cuenta que le dijo Chirac, "hay que saber hacer tres cosas: estrechar manos, dormir durante los viajes y hacer pipí cuando es posible".

Para Marie Jo-Zimmerman, responsable de la política femenina del RPR, "el problema no es que falten mujeres, sino que habrá que dejar fuera a muchos hombres". Los que tienen el puesto seguro -Alain Juppé, Edouard Balladur- creen que "la reforma es un trámite obligado" y se disponen a asumirla, pero otros, como el comunista Alain Bocquet, critican "que se sancione a quienes no cumplen".

Los argumentos de mayor peso contra la reforma los ha expuesto Elisabeth Badinter, filósofa, que se niega a que la República francesa entre en una "dinámica comunitarista" que ella identifica a la "discriminación positiva" de EEUU, que obliga, por ejemplo, a que ciertas minorías tengan que estar representadas. "Luego, cuando tienes que elegir, optas por hacerte operar por el médico blanco en vez de por el negro, porque temes de que sólo tenga el título por una cuestión de cuota", ponía por ejemplo. Para Badinter, la República hace a todos los ciudadanos iguales y no admite discriminaciones religiosas, sexuales o por color de piel.

La polémica, que ha tenido un nivel de debate muy superior al de la defensa de los meros intereses partidistas, ha encontrado su punto álgido en la argumentación favorable de Sylviane Agacinski, esposa de Jospin, en la que defiende que la ley tenga en cuenta "la existencia sexuada del ser humano".

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