El Deportivo muestra más pegada
Los coruñeses vencen en un duelo intenso a un Celta que se estrelló con los postes
Tanto se repite que el fútbol es imprevisible que a veces se olvida que el juego también se rige por ciertas leyes que es posible predecir. En las vísperas del partido, lo había dicho todo el mundo, desde ambos entrenadores hasta el último de los comentarios de prensa: la gran ventaja del Deportivo sobre un Celta que juega más bonito es su extraordinario poder goleador. Y esa cualidad resultó decisiva para resolver el partido.
El Celta tuvo más presencia en el juego, disparó dos veces al palo y Turdó desperdició dos acciones solo ante el portero. El Deportivo, sin embargo, no dejó pasar su oportunidad y abrió una brecha importante al frente de la tabla tras un partido con más tensión que fútbol. Hasta el protagonista del gol local resultó previsible: Turu Flores, la bestia negra del Celta, al que el año pasado también tumbó en un par de ocasiones.
El partido fue como una batalla sorda, sin grandes estridencias. No abundaron las ocasiones de gol ni los alardes espectaculares, pero la pugna nunca perdió su interés. El partido nació tenso, con dos equipos muy aplicados en la presión, lo que redujo al mínimo el espacio vital que necesita el fútbol. Esa constante atención a cerrar el camino del contrario deparó un choque trabado, con numerosas imprecisiones y poca hilvanación en el juego. Dicho así, podría pensarse que el partido fue malo, una conclusión injusta para el trabajo de los dos equipos, extraordinamiente concentrados en su labor. Porque el duelo, pese a lo poco que se pisaron las área, no perdió nunca su interés y hasta su belleza, aunque ésta estuviese más en su aspecto estratégico que en el aparente discurrir del juego.
El Celta fue mejor durante la primera media hora. Su extenuante asedio al rival metió al Deportivo en muchos problemas. Jugar el balón en condiciones desde la defensa se convirtió en un dolor de cabeza permanente para los coruñeses. Como la pelota salía mal jugada desde atrás, el Deportivo se disipaba en el centro del campo y de ahí hacia adelante simplemente no existía, porque Djalminha y el holandés Makaay, los dos futbolistas más en punta que presentó Irureta, quedaron desenchufados del equipo.
Al Celta también le costó encontrar la pelota, pero cobró confianza en el minuto 12, cuando Gustavo López enganchó un extraordinario zurdazo al borde del área y Songo'o tocó lo justo para que el balón saliese repelido por la escuadra. Sólo tres minutos después, Cáceres falló un cabe zazo que pasó a centímetros del poste izquierdo del camerunés.
Gol próximo
La proximidad del gol impulsó al Celta, que hasta la media hora se apropió del balón y manejó mejor el partido. Sin embargo, su autoridad sobre el juego no se tradujo en un excesivo peligro para la defensa local. El Celta es un equipo que alcanza la excelencia en el dominio del balón y en el modo en que todos los futbolistas participan en la elaboración del juego, pero adolece de cierta blandura en su ataque.
Entre esa carencia y las precauciones que adoptó Víctor Fernández, temeroso de los zarpazos con que el Deportivo acostumbra a sorprender, propiciaron que el Celta no terminara de sacar provecho a su mayor jerarquía en el partido.
El Deportivo tardó media hora en tirar a puerta y en discutir la hegemonía celeste. El conjunto de Javier Irureta se irguió a partir del enorme despliegue de Mauro Silva en el centro del campo. Como en sus mejores tiempos, el veterano centrocampista brasileño barrió con todo lo que se acercaba por su zona, impidió que Mostovoi emplease su inteligencia para jugar entre líneas y, de paso, compensó la oscura actuación de Flavio, que perdió casi todos sus duelos ante Giovanella.
El primer remate a puerta del Deportivo, un insidioso disparo de Djalminha de frente a la portería, le dio un buen susto al Celta porque Dutruel, sin trabajo hasta entonces, a punto estuvo de tragárselo. El partido pareció equilibrarse más, pero la última palabra antes del descanso la volvió a tener el Celta. Turdó recibió un gran centro de Mostovoi, controló y se movió muy bien para zafarse del marcaje de Donato. Sin embargo, cuando ya se trata sólo de salvar la salida de Songo'o, el joven delantero argentino se descompuso y remató demasiado alto.
El partido no varió gran cosa hasta mediada la segunda parte. Continuó el juego tenso y emparedado por la presión sin tregua. El Celta parecía tener más claridad, pero el Deportivo ni se desorganizaba ni perdía los nervios. Daba toda la impresión de que un gol, cualquiera que lo lograse, resultaría decisivo. Y, en ese aspecto, el Deportivo es difícilmente superable. Necesita muy poca cosa para marcar y aprovecha el menor despiste del contrario para hacerlo.
Y le bastó que la defensa del Celta cometiera su primer desajuste tras un centro largo de Naybet para que Djalmin ha atrapase el balón en el área y pusiese el gol en bandeja a Turu Flores, un argentino que se ha ganado a pulso un lugar en la historia negra del celtismo. El Celta volvió a tropezar con el infortunio en la jugada siguiente, cuando Mostovoi volvió a rematar al palo. Luego, Irureta sacó a Jokanovic, congeló el partido y el Celta se dejó llevar por la desesperación y ya no pudo sobreponer se.
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