Jospin discute con los nacionalistas corsos una salida a la violencia
Por primera vez en la historia de la República Francesa, las puertas del Palacio de Matignon se abrieron ayer tarde de par en par para recibir a los representantes del brazo político del terrorismo corso y al resto de los diputados regionales de la isla de Córcega. Cinco ministros, uno por cada partido integrado en el Ejecutivo de la "izquierda plural", respaldaron al primer ministro, Lionel Jospin, en ese primer encuentro con 28 diputados regionales corsos destinado a abrir una vía estable de diálogo que traiga la paz y el desarrollo económico de la isla.
Al término de la reunión, que se prolongó durante más de tres horas, el primer ministro francés aseguró que su Gobierno "copilotará" las propuestas que la Asamblea de Córcega y los representantes de la sociedad civil de la isla elaboren en los próximos meses sobre todo tipo de cuestiones, desde la fiscalidad a la lengua y la cultura. Tras indicar que la próxima reunión con el Ejecutivo debe producirse en febrero o marzo, Jospin destacó la diversidad de opiniones expresadas por los diputados regionales de la isla y dijo que este proceso de diálogo es necesario para poner fin a la situación de bloqueo existente.El FNLC-Canal Histórico (Frente Nacional de Liberación Corso), principal grupo violento de la isla, se sumó a la reunión con un comunicado en el que dice estar dispuesto a adoptar "una iniciativa histórica" en el caso de que las conversaciones conduzcan hacia "un arreglo político global".
A esa hora, los equipos de desescombro trabajaban todavía en Córcega en cinco edificios públicos destruidos parcialmente por bombas que demuestran que no todos los grupos terroristas corsos están por la labor. A los cinco bombazos hay que añadir otros cuatro atentados frustrados. Un activista fue sorprendido en plena faena y arrestado.
Camino del gran salón rojo de Matignon, los dos representantes de Corsica Natione, el grupo independentista vinculado al FNLC-Canal Histórico, enfatizaron la trascendencia del encuentro con el calificativo de "histórico", que ya habían utilizado sus encapuchados amigos. "Los clandestinos comparten las aspiraciones de la sociedad corsa, que son aspiraciones de paz", subrayó Jean-Guy Talamoni, el discreto abogado que en los últimos tiempos ha conseguido hacerse con el liderazgo de su grupo.
No hubo fotos de familia, desde luego, pero, a tenor de las declaraciones, la reunión discurrió por cauces positivos. Y eso que entre los presentes -quizá el propio ministro del Interior, Jean-Pierre Chevènement, y algunos electos corsos- no faltan quienes creen que la iniciativa conducirá a un callejón sin salida.
Jospin se mostró dispuesto a "hablar de todo", sin descartar, a priori, la ampliación del muy limitado estatuto de autonomía corso. El primer ministro dijo, eso sí, que el reconocimiento de la identidad corsa, el desarrollo económico de la isla y la adaptación institucional y administrativa "es una pesada tarea cuya realización requerirá tiempo". Jean-Guy Talamoni ya había indicado con anterioridad que su grupo, que cuenta con el 17% de los votos, no pretende "imponer la independencia a la población".
En contraste con los hábitos de los Gobiernos precedentes que promovieron negociaciones secretas, incentivadas, a veces, con maletas repletas de dinero, el diálogo con los nacionalistas radicales corsos abierto ayer por Lionel Jospin tiene carácter oficial y se efectúa a través de una instancia intermedia legítima como la Asamblea corsa. El primer ministro francés ha optado por tomar las riendas del problema, tras constatar el fracaso de la política de puño de hierro torpemente aplicada por el procesado prefecto Bernard Bonnet y a la vista de la aparición de un terrorismo de nuevo cuño, más perverso y desestabilizador.
Jospin quiere evitar que el oportunismo político saque provecho de una situación podrida por la decepción general y la desconfianza hacia el Estado y sus instituciones. De ahí que haya renunciado a exigir formalmente la condena de la violencia como condición previa a la apertura del diálogo.
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