Cascos, 'txakoli' y 'vendetta'

Desde que Xabier Arzalluz viajara junto al diputado Iñaki Anasagasti a Madrid para firmar el acuerdo de investidura con el PP en la sede de Génova, 13, hace ya casi cuatro años, el presidente del PNV se ha esforzado siempre en personalizar en el líder de la derecha española, José María Aznar, la relación y los pactos PNV-PP. Para lo bueno y para lo malo. Arzalluz pactaba con Aznar, pero no se juntaba con lo que considera la derecha "heredera del franquismo". Cuando la relación con Aznar comenzó a enfriarse, Arzalluz entró en sintonía personal con una figura en declive dentro del PP: el vicepresidente primero del Gobierno, Francisco Álvarez Cascos. Lo mismo era agasajado en terreno no neutral, como los salones reservados de Sabin Etxea (sede del PNV), que, hace unos meses, le sentaban en una mesa para degustar pescado y buen txakoli en Getaria (Guipúzcoa) en compañía de la flor y nata peneuvista.¿Dónde quedará ahora esa relación tras la ruptura de relaciones? Arzalluz reiteró ayer que de Cascos guarda "buen recuerdo" y avanzó que, en estos momentos, "lo último que quisiéramos es hacerle daño". Quien no tenía intención de conceder ninguna tregua al PNV era el presidente del PP vasco, Carlos Iturgaiz, quien acusó al PNV de moverse en "la política de la pataleta y la vendetta". Y dijo que las comparaciones realizadas por Aznar -la referencia a que el PNV ha cedido ante ETA como Francia y Gran Bretaña lo hicieron ante Hitler- son "aplaudidas" por la "inmensa" mayoría de los ciudadanos.