¿Regalo?

JAIME ESQUEMBRE

Una empresa de Torrevieja vende apartamentos y ofrece trabajo a profesionales de la construcción en el mismo lote. Frente a los elogios de la patronal por la iniciativa, el guiño de una Administración de derecha que considera la experiencia tan novedosa como interesante, y la connivencia de los sindicatos que optan por el silencio, me apunto a los que califican los anuncios de tercermundistas y vejatorios para la condición humana y, sobre todo, para los que tienen dificultades en encontrar un empleo.

Una de dos: o se trata de la máxima expresión de consumismo (si compras te irá bien hasta en materia laboral), o, peor aún, lo que se nos presenta es una descarada transacción en la que el obrero se ve obligado a pagar por disponer de un puesto de trabajo con el que mantener a la familia. La felicidad plena para el empresario: pillados por el sueldo y la hipoteca.

El marketing no conoce límites, pero cuando juega con necesidades y sentimientos es inaceptable. En Torrevieja se construyen 5.000 viviendas al año, y la patronal se lamenta de la escasez de mano de obra. Una firma del sector ideó la que se ha venido en bautizar como fórmula mágica para alcanzar un doble objetivo: ofrecer un contrato laboral a cada familia que adquiera uno de sus adosados. Si la campaña publicitaria alcanza el éxito que espera, venderá la urbanización y dispondrá de mano de obra para ejecutar la siguiente, y así sucesivamente hasta acabar con el suelo disponible, lo que a su vez nos llevará a una Torrevieja con el mayor índice de paro conocido.

Que yo sepa, no se han registrado atascos a las entradas de la localidad turística para comprar esos apartamentos. Tampoco las listas de desempleo han descendido de forma noticiable, ni la iniciativa ha sido emulada en otros puntos de la geografía española.

Concluyo que esa oferta sólo es posible en Torrevieja, donde se ha llegado a regalar un coche y hasta un crucero por el Mediterráneo por la compra de un apartamento de dos millones.

Y digo yo: si falta mano de obra, ¿por qué no la pagan?