Localizados en Castellón cinco niños de Aldaia que huyeron hace seis días de la miseria que les rodeaba
La aventura de cinco niños de 10 a 16 años que huyeron el pasado miércoles de la miseria de sus hogares familiares en Aldaia (L"Horta Sud) y han pasado seis días en Castellón, concluyó ayer. El Grupo de Menores de la Policía y sus familiares los llevaron de vuelta a sus humildes viviendas después de que los servicios sociales localizaran a sus padres. No lo tuvieron fácil: la búsqueda se prolongó tres días porque eran jornadas festivas y los niños daban nombres y direcciones falsas. Mientras se calentaba junto a una fogata frente a su casa de Aldaia y soportaba las recriminaciones de su abuela, Alejandro, de 10 años, narraba anoche las peripecias que acababa de vivir. Habló de la huida saltando la valla del colegio de Aldaia el miércoles sobre las 15.00 horas, de cómo mendigaron para comprar los billetes de tren a Castellón y de las dos noches que durmieron en portales y una tercera en un garaje de esa ciudad abrigándose con las viejas mantas que cogieron de un vehículo abandonado.También contó la dieta de fiambres que mantuvieron esos días con las 1.000 pesetas que administraba Conchi, la mayor del grupo, de 16 años. Pero no todo fueron privaciones y noches al raso. Alejandro relató que tenían todo el día por delante para jugar en los parques y jardines de Castellón con los billetes del Monopoly y demás juguetes que recogían de la basura.
Mejor aún se lo pasaron durante los tres días que estuvieron internados en el centro de menores Penyeta Roja después de que les descubriera la Policía Local durmiendo al raso el viernes por la noche en un aparcamiento privado de la calle del Pintor Sorolla. "[En el centro] había muchos juegos", recuerda el pequeño encantado. Tanto disfrutaban que dieron nombres falsos para prolongar su estancia en aquel paraíso, lejos de las escombreras y las casas ruinosas de las que proceden en el barrio del Cristo y en las afueras de Aldaia.
La Consejería de Bienestar Social detalló que entre los menores, que ya habían protagonizado alguna fuga con anterioridad, hay dos hermanos, de 13 y 12 años, y la tía de ambos, de 16. "Las criaturas han cogido el vicio de escaparse", se lamentaba ayer la abuela de Alejandro, "y eso que sus padres pasan hambre para darles un mendrugo de pan". La madre de este niño, Isabel, fue la única que denunció su desaparición. "Va con malas compañías", se lamentaba. Otros padres habían solicitado, antes de la escapada, que sus hijos fueran internados en un centro.
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