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Desafíos entre andarines y caballos

"Ha llegado a esta capital el andarín español Juan Antonio Genaro, que aventaja a correr, según dicen, a todos los caballos de esta capital sin distinción de raza, al trote, al galope y escape por el término de tres horas. Si el dueño de algún caballo desea hacerle proposiciones puede dirigirse a la fonda de la Esperanza".Los desafíos entre hombres y bestias con una fuerte suma de dinero en juego, como este reto publicado en un diario valenciano en 1859, forman parte indisoluble de los primeros balbuceos de la carrera a pie en estas tierras. El profesor y atleta Recaredo Agulló ha buceado en los archivos y hemerotecas para recuperar las hazañas de Genaro y el resto de andarines -como bautizaron en la época a estos hombres de pies ligeros- que protagonizaron los primeros episodios documentados de las carreras pedestres valencianas.

El resultado de su investigación está plasmado en el libro Carreras populares que ha publicado la Diputación de Valencia. "El valor histórico de este trabajo es importantísimo para conocer las raíces de nuestro deporte", subraya Antonio Ferrer, presidente del club de atletismo València Terra i Mar, subcampeón de Europa femenino.

El libro revela que la primera carrera a pie de Valencia de la que hay constancia documental se remonta a 1810. La organizó el Ayuntamiento dentro de unos festejos que incluían carreras de caballos, tiro al blanco y bailes para levantar los ánimos de la población durante el sitio de las tropas napoleónicas. "Lo más curioso es que aquella carrera a pie se celebró en el paseo de la Alameda, un lugar que 200 años después sigue siendo el punto de partida de numerosas pruebas atléticas, como la Volta a Peu", destaca Agulló.

Aunque la tatarabuela de las carreras valencianas se asemejaba más a las actuales pruebas de campo a través, porque se celebró sobre un auténtico lodazal, según las crónicas de la época. El autor está convencido de que antes de 1810 se organizaron más carreras a pie en la ciudad, porque la información que anuncia la prueba habla de que se adjudicarán "los premios de costumbre a los que más se destaquen".

Cuenta el libro que los Abel Antón y Martín Fiz de aquellos tiempos eran carteros, jornaleros o peones, y su plan de entrenamiento consistía en llevar el correo o mensajes urgentes de un pueblo a otro. Muchos convirtieron las carreras en su profesión. Por una bolsa repleta de monedas completaban el programa de festejos de cualquier pueblo enfrentándose en la plaza de toros o en el paseo a otros andarines, velocípedos y animales. En aquel tiempo de hazañas desmesuradas, Vicente Llanes, de 66 años, corrió de Vinaròs a Valencia en 34,5 horas.

"El ambiente que rodeaba estas contiendas", resalta el investigador, "solía ser pasional y en más de una ocasión los aficionados se desplazaban detrás de sus ídolos para verlos correr".

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En la segunda mitad del siglo pasado participaron en los desafíos valencianos, según Agulló, andarines italianos, franceses e ingleses. Pero ninguno tan célebre como el aragonés Mariano Bielsa, que derrotó al andarín más temido, el italiano Aquiles Bargossi, en la plaza de toros de Zaragoza.

La prensa de la época recordaba aquella gesta cuando Bielsa inició una gira concertando apuestas por la geografía valenciana. En 1886 retó al alguacil de Massalavés a cruzar la calle Mayor antes que él. Le dio 50 pasos de ventaja, pero a cambio de que cargara con un saco de trigo. Las crónicas cuentan que la apuesta se aplazó porque durante la carrera "un enorme perrazo se arrojó sobre Bielsa".

Por cierto, ¿qué fue del reto equino de Genaro? Cuenta la prensa que ningún propietario de caballos se atrevió a jugarse los cuartos contra él. Para no marcharse de vacío, el andarín ofreció un espectáculo que consistía en darle 50 vueltas en media hora a la plaza de toros.

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