"Deseo que haya cátedras de Lingüística Andaluza"
Pedro Carbonero (Sevilla, 1951) es catedrático de Lengua Española en la Universidad de Sevilla. Doctor en Filología Moderna, Carbonero coordina un equipo de expertos en Sociolingüística Andaluza que investiga el habla urbana de Sevilla. Este equipo ha publicado 11 volúmenes de su trabajo, iniciado a principios de los años setenta.A la hora de referirse a la modalidad lingüística del español que se utiliza en Andalucía, Carbonero intenta evitar el término "dialecto". "Cada denominación supone una manera de enfocar la realidad que se designa. La manera más acertada es llamarla modalidad lingüística andaluza. Define muy bien que en Andalucía se utiliza una manera de las distintas variedades que tiene la lengua española. Significa que en Andalucía existe un perfil muy caracterizador de una manera de las muchas que tiene la lengua española", explica el catedrático. "Cada denominación supone una postura que podría entenderse como algo ideológico. Cuando se dice el "dialecto andaluz" de una manera innecesaria, los que no son expertos suelen percibir una connotación negativa. Técnicamente este concepto de dialecto no tiene ninguna connotación negativa. Sin embargo, en determinadas interpretaciones se entiende que un dialecto es una lengua de segundo grado. Por ello, prefiero no usar el término "dialecto", continúa Carbonero.
El catedrático de Lengua Española apuesta, así, por el término "habla andaluza". "Se le puede llamar el habla andaluza o las hablas andaluzas. Si se quiere centrar la atención en lo que nos une: habla andaluza. Si se quiere centrar en lo que nos diferencia: hablas andaluzas. Con todo, lo más acertado es hablar de modalidad lingüística", indica.
Carbonero es partidario de que el uso de determinados rasgos fonéticos del andaluz no tenga ningún tipo de traba en la escuela, la universidad y los medios de comunicación. "Hay ciertos rasgos fonéticos meridionales que tienen un alto grado de aceptación social y que pueden definir un perfil del habla andaluza en la escuela, la universidad y los medios de comunicación. Ante determinados fenómenos lingüísticos el hablante puede elegir entre la solución meridional (andaluza) y la solución septentrional (castellano-norteña). Por ejemplo, en el caso de la pronunciación aspirada de la j fuerte castellana. El hablante puede usar su j andaluza sin que esto sea un rasgo desprestigiado. Es posible hablar con rasgos andaluces y ser considerado un buen hablante", señala el catedrático de Lengua Española.
"Según los datos de investigaciones sociolingüísticas, hay también una aceptación alta de la aspiración o debilitamiento de la s implosiva (consonante situada en final de sílaba). El seseo tiene asimismo un grado de aceptación relativamente alto. En cambio, el ceceo tiene un escaso grado de prestigio. El ceceo se asocia con un hablar rural", puntualiza Carbonero.
El catedrático de la Universidad de Sevilla cree que existen abundantes modelos para un habla andaluza culta. "Hay ejemplos de andaluces que podrían servir de paradigma o referente para el andaluz culto. Hay muchas formas de hablar andaluz. Se puede hablar bien o mal con rasgos andaluces, castellano-leoneses o murcianos...", señala. "Hay ejemplos suficientes de andaluces que saben discernir de forma implícita cuáles son los rasgos dialectales de prestigio. El modelo del andaluz culto es aquel que rehúye los vulgarismos, las características fonéticas no prestigiosas y las formas de pronunciación que afectan a la comprensión de los conceptos. Este modelo mantiene, a la vez, rasgos propios andaluces que le dan un perfil que no impide que sea considerado ejemplar", añade Carbonero.
El catedrático recuerda como características fonéticas no prestigiosas la pronunciación excesivamente fricativa de la ch (decir leshe por leche) y la asimilación de grupos consonánticos (decir canne por carne o vel-lo por verlo). "La confusión entre r y l tiene un grado de prestigio intermedio. Los hablantes cultos suelen diferenciar la r y la l", añade.
"Los rasgos lingüísticos andaluces configuran un perfil fácilmente identificable y eso no impide que se mantengan rasgos diferentes, propios de unas y otras áreas andaluzas, siempre que tengan una aceptación social suficiente. Las mayores divergencias internas del andaluz están en los niveles populares. Las capas sociales más altas suelen tener mayores coincidencias", comenta.
Todos estas circunstancias le llevan a Carbonero a ser partidario de la creación de cátedras de Lingüística Andaluza. "Me parece una cosa razonable. La denominación de las cátedras se debe ajustar a las necesidades de las áreas de conocimiento a las que la sociedad debe dar respuesta. El problema es que no hay tradición y eso puede sentirse como algo extraño. Nadie duda de que hay un área del saber que es la dialectología andaluza y otra área que es la sociolingüística andaluza. Hay materiales, libros, asignaturas... La modalidad lingüística andaluza debe ser objeto de investigación y análisis serio. El que existan cátedras de Lingüística Andaluza propiciaría avanzar más en un conocimiento serio, universitario, de la modalidad lingüística andaluza o de la forma de hablar español de Andalucía", concluye Carbonero.
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