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La cumbre de Seattle fracasa por miedo de los países pobres a la "globalización"

La OMC cierra la primera cita de la "ronda del milenio" sin ningún acuerdo

La cumbre de Seattle terminó en un fiasco, el mayor fracaso de los últimos veinte años en la historia de las relaciones internacionales sobre comercio. Las protestas de las organizaciones ciudadanas en favor del medioambiente y en contra de la mundialización, a la que ven como un instrumento para acrecentar el poder de las multinaciones, junto a las reticencias de los países en vías de desarrollo, temerosos de que la liberalización del comercio internacional favorezca a las naciones más ricas, han sido causas del desencuentro, al que también hay que sumar las sustanciales diferencias entre estadounidenses y europeos a cuenta de sectores básicos, como las subvenciones a la agricultura o los alimentos transgénicos. El balance no puede ser peor. No se ha conseguido firmar acuerdo alguno y los 135 delegados de la Organización Mundial de Comercio (OMC) que acudieron a la ciudad norteamericana han tenido que hacer sus maletas sin fijar una fecha para volver a encontrarse. Mientras tanto, EE UU como país anfitrión, y su presidente, Bill Clinton, que soñaba con que esta ronda llevase su apellido, reciben fuertes críticas por la forma en que se ha conducido la cumbre, en la que se ha marginado a los países pobres y se ha apaleado a los manifestantes.

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