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La policía sigue la pista rusa en la muerte del banquero Safra

El fiscal de Mónaco se pregunta por qué el guardaespaldas no estaba en el apartamento

En Mónaco, los millonarios tienen que morir viejos y de muerte natural. Edmond Safra tenía 67 años y sufría de Parkinson, pero no fueron ni los años ni la enfermedad los que le llevaron a la tumba. Para el fiscal general de Mónaco, Daniel Serdet, "la investigación reposa en el testimonio de una sola persona, la del enfermero de Safra". Y ese testimonio es "impreciso". La policía cree que en la muerte de Safra hubo complicidades desde el interior de la casa. Y apunta a la mafia rusa.

El fiscal dice también sentirse intrigado por el hecho de que el guardaespaldas del multimillonario "estuviese ausente del apartamento cuando ocurrieron los hechos".¿De qué hechos se trata? Sencillamente, de saber quiénes eran los dos encapuchados que, según el enfermero, irrumpieron en el duplex de Safra -1.000 metros cuadrados frente al mar- el viernes pasado, antes de las 6 de la mañana. "Por dónde y cómo entraron sigue siendo un misterio", manifiesta Serdet. Los supuestos apuñaladores del enfermero parece que también activaron el sistema de seguridad que bloqueaba todas las puertas blindadas del apartamento, prendieron fuego a la habitación vecina a la de Safra -una enfermería- y se fueron. Sin robar nada. Sin que se sepa si realmente estaban al corriente de que Safra y su enfermera Viviane Torrent habían muerto asfixiados. En el cuarto de baño. Tras la puerta blindada. Como en el interior de una caja fuerte.

Edmond Safra había nacido en 1932 en Beirut, en el Líbano, en el seno de una familia que procedía de Alepo, en Siria, y que había hecho fortuna financiando caravanas de camellos por cuenta del imperio otomano y traficando con oro entre Siria, Turquía y Egipto. La familia dejó el Líbano en 1949, cuando la creación del Estado de Israel hizo incómodo seguir siendo judío entre árabes. A los 17 años empieza a trabajar en la banca, en Milán, y continúa en ello en Brasil, en 1952, o desde Suiza, a partir de 1956. Diez años más tarde, en Estados Unidos, Safra inaugura un pequeño banco de negocios, la Republic National Bank of New York, la misma que el lunes 6 de diciembre iba a ser adquirida por la Hong-Kong and Shangai Banking Corporation. A cambio de 2.750 millones de dólares. No en vano el banco de Safra tenía más de dos millones de clientes, y, de entre ellos, 30.000 que figuran entre la élite de las finanzas internacionales. El banco tenía sucursales, además de en Francia, en Luxemburgo, Mónaco, Gibraltar y la isla de Guernsey, conocidos paraísos fiscales.

La carrera del banquero, definido en 1994 como el Mistery Man de las finanzas por la revista Business Week, tenía muchas zonas de sombra. En 1983 había entrado en guerra con American Express, que le acusaba de blanquear dinero. Pero el hombre también era conocido por sus gestos caritativos o por su fantástica colección de arte. Los últimos años el jet privado de Safra había aterrizado muchas veces en Moscú y San Petersburgo. De ahí que se le relacionase con la mafia rusa. Y de ahí también que, en medios policiales, se afirme que "un golpe como éste, entrando en una casa blindada, rodeada de cámaras, sólo lo pueden hacer profesionales rusos bajo contrato". También se ha hablado de la posibilidad de que su muerte, tan limpiamente ejecutada, a pesar de todos los controles y blindajes, pueda deberse a un ajuste de cuentas.

Pero lo cierto es que ni siquiera se sabe si los dos encapuchados existieron, y, menos aún, cómo esos "profesionales bajo contrato" pudieron marcharse del piso sin saber si Safra, protegido tras una puerta de acero, había muerto. El fiscal ha revelado que Lily, la esposa del multimillonario, encerrada en otro cuarto, en el piso de abajo, habló con su esposo a través del teléfono móvil. Le dijo que había advertido a la policía y a los bomberos. Y Safra optó por no salir. Eligió la protección de la tumba.

La Fiscalía del Principado concedió ayer los permisos para proceder a la inhumación de los dos cadáveres, tras haberles realizado la autopsia, que dio como resultado en ambos casos la muerte por asfixia.

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Según fuentes próximas a la investigación, la familia de Safra se negó, en un principio, a que al banquero se le practicase la autopsia.

El portavoz en Ginebra del Republic National Bank, Alexander Bruggmann, dijo ayer que Edmond Safra será enterrado mañana, lunes, por la mañana en el cementerio judío de esa ciudad suiza por cuestiones de tiempo y logísticas, aunque en un primer momento sus allegados pensaron en inhumarlo en Jerusalén.

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