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Los Quince ultiman la creación de un cuerpo militar de reacción rápida con 50.000 soldados

Disensiones sobre el entramado institucional de la política exterior y defensa de la UE

Xavier Vidal-Folch

Un cuerpo militar permanente, de entre 50.000 y 60.000 soldados, desplegable en 60 días y dispuesto a operaciones que duren un mínimo de 12 meses. Éste es el objetivo con que los 15 Gobiernos de la Unión Europea pretenden llenar de contenido la nueva Política Exterior y de Seguridad Común (PESC), y que cuenta ya con un amplio consenso entre ellos. Los cinco grandes -Francia, Alemania, Reino Unido, Italia y España- han vencido las reticencias de los pequeños países neutralistas. El proyecto se debatirá el próximo fin de semana en la cumbre del Helsinki.

La creación de una política exterior y de Defensa comunes circula por dos carriles simultáneos. Por uno, el tangible, circula el impulso al Eurocuerpo formado por cinco países, la creación de empresas conjuntas de armamento -como la aviónica EADS, en la que se integra la española CASA- y sobre todo, la experiencia de la intervención en Kosovo. El otro es el diseño, que debe recibir en la cumbre de Helsinki, el próximo fin de semana, un fuerte espaldarazo.La presidencia finlandesa era al principio muy reticente a grandes avances. Como país neutralista, pretendía que todos participasen en todo, pero al mismo tiempo pudieran frenarlo, "como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer", en descripción de un diplomático de los grandes. Otros neutrales discutían el contenido concreto de las actuaciones militares de imposición de la paz conocidas como acciones Petersberg, núcleo básico de la PESC. Los grandes les han convencido ya de que éstas incluyen no sólo mediaciones, sino intervenciones militares..

Finlandia, tranquilizada porque su informe de Helsinki no será el definitivo, sino que sólo pretende abrir camino, ha empezado a jugar a favor. El Coreper (Comité de Representantes Permanentes, los embajadores de los Quince) el viernes y el Comité Político (los directores generales de los Ministerios de Exteriores) anoche dieron la bienvenida genérica a un nuevo texto de la presidencia más concreto que los precedentes, y que parece responder a lo reclamado el viernes en París por el Alto Representante (míster PESC), Javier Solana.

La presidencia respalda el objetivo de crear para el 2003 un cuerpo europeo de reacción rápida "de hasta 15 brigadas, o entre 50.000 y 60.000 personas", con su correspondiente "mando, capacidades de control e inteligencia militar, logística y otros servicios de apoyo, así como elementos aéreos y navales". Este cuerpo debe ser "capaz de desplegarse completamente en un máximo de 60 días" y de permanecer en el territorio asignado "al menos un año". Sus tareas no serán estrictamente las de Defensa -que sigue encomendada a la OTAN-, sino del tipo Petersberg, aunque éstas prefiguran aquéllas.

Problema institucional

¿Quién será la autoridad civil a la que obedecerán los mandos militares? Este es el problema institucional, más enrevesado. Las decisiones serán tomadas por el Consejo de Ministros, a diferencia de la OTAN, donde actúan los embajadores desde el Consejo Atlántico. El documento reitera los acuerdos de la cumbre de Colonia, que propugnaban crear un Comité Político y Militar (Cops), un Comité Militar y una Jefatura Militar para preparar y dar cuerpo a las decisiones de los ministros. Pero hace más. Propone crearlos provisionalmente "antes del 1 de marzo del 2000".

La discusión sigue enardecida en este punto. Alemania rechaza que los miembros del Cops sean embajadores, para no mermar la autoridad del Coreper, y algunos pequeños la acompañan, porque temen que con un Cops fuerte la dinámica se acelere. La presidencia ha formulado una propuesta ecléctica, aludiendo a "funcionarios de alto grado de nivel de embajadores". Este asunto resulta esencial porque deben evitarse dos riesgos: que el Cops se constituya en un "miniconsejo" capaz de decidir sin beneplácito de los ministros, o que, si se forma con funcionarios poco relevantes, no sirva más que para aumentar la burocracia. "Si en la UE quieren ser expeditivos, deberán montar un entramado institucional simple y flexible y un sistema de toma de decisiones alejado de su encorsetamiento superlegalista", advierten desde la OTAN.

Otro escollo es si para poner en marcha la PESC se necesita revisar el Tratado, ampliando el temario de la próxima Conferencia Intergubernamental (CIG). El riesgo es que eso aplace su inicio. Por eso, y para evitar "contaminar la CIG y complicarla", Alemania y España -seguidos de Francia y el Reino Unido- sostienen que no es necesario revisar el Tratado, en lo que les apoyan Suecia y Dinamarca. Curiosamente, son Holanda y Portugal -dos países muy muy atlantistas- quienes defienden la revisión, lo que algunos interpretan como un desinterés en reforzar la dimensión exterior de la UE, en beneficio de la OTAN. El servicio jurídico del Consejo ha dictaminado que resulta innecesaria la revisión.

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