RAMÓN PERNAS ESCRITOR "España sufre un Alzheimer que le impide mirar atrás"
La dedicatoria de la novela Paso a dos, de Ramón Pernas (Viveiro, Lugo, 1952), resume en dos frases la tesis que defiende en 300 páginas de literatura: "Para mi padre que vivió aquellos días; para que mis hijos nunca vivan días como aquellos". Con esa historia de rencores arrastrados en los años de la posguerra, inspirados por los recuerdos que oía repetir en su niñez, Pernas consiguió en junio el Premio Ateneo de Sevilla, dotado con siete millones de pesetas. Paso a dos ha sido publicado por la editorial Algaida. Pregunta. El título de su novela Paso a dos evoca el mundo de la danza.
Respuesta. Claro. He buscado un paralelismo con la realidad contando con dos protagonistas, dos solistas en una historia coral que es una guerra y una posguerra. La síntesis del dolor, rencor, odio, toda una tragedia, lo he enfocado en un paso de baile.
P. ¿Cree que perviven los odios de la guerra civil en la sociedad española?
R. Mi novela acaba diciendo que la guerra de España va a ser solamente dos páginas en un libro de Historia. Pero pensé que 60 años después del conflicto era oportuno contarlo desde la óptica del dolor de una posguerra inmensa, larguísima. Las novelas te llevan a ti, humanizas algún personaje, no caes en el maniqueismo, te das cuenta de que las guerra las protagonizan ciudadanos normales, víctimas de un momento histórico, de una locura colectiva, de un pánico global que afecta a todos. Seguramente se va poner un punto final a la guerra para siempre cuando los hijos de las personas que sufrieron represalias, las mujeres que fueron obligadas a tomar aceite de ricino y les cortaron el pelo, que todavía viven, dejen esa página en la memoria. Pero una memoria que no debe nunca olvidarse.
P. Pero usted dice que España es un país amnésico.
R. Sí, totalmente.
P. ¿Y cómo es que sobrevivan esos recuerdos del rencor de la guerra civil?
R. Hay una amnesia oficial, que no trasciende a los medios de comunicación, que no sale en prime time en los programas de televisión, ni se comenta en los hogares. Ha habido una Transición formal en la que los que combatimos el fascismo fuimos solidarios con un acuerdo unánime entre ciudadanos y políticos para pasar la página de una memoria fascista, casi obscena. Lo que sucede es que casi genéticamente, sobreviven, como un virus inoculado y permanente, las viejas historias que no cesan en esa memoria. Oficialmente es amnésica, no civilmente. España sufre una especie de Alzheimer que le impide mirar atrás. Somos lo que somos por nuestro pasado y hay que reivindicarlo, sobre todo para que no vuelva a suceder.
P. ¿La literatura es un buen camino para recuperar la memoria?
R. Yo no he vivido la guerra civil, ni siquiera los años de posguerra más duros. Nací en el 52, justo el día que se acabó en España el racionamiento. Creo que la literatura es un buen antídoto contra casi todo.
P.¿Propone entonces buscar en los libros?
R. La literatura es el antídoto por que permite decir unas cosas que de otra forma resulta imposible. Yo puedo escribir un libro, pero como ciudadano no tengo otros mecanismos ni órganos de expresión.
P. ¿Busca reabrir el debate?
R. No, sólo quiero reivindicar una historia de perdedores y ganadores. Y reivindicar la memoria de un suceso que pasó en este siglo y en el país en que vivimos. Paso a dos no es una novela de la guerra civil, sino del dolor de la posguerra y de cómo afectó a las familias y a los ciudadanos el vivir una situación no elegida.
P. Usted reconoce que ha basado la novela en lo que oía contar de niño. ¿Recupera la tradición oral gallega?
R. Sí, sí. Soy un escritor gallego en castellano y todos los gallegos somos trabajadores de las historias que hemos escuchado, relatos de náufragos, de emigrantes, de aparecidos, de la guerra civil. Todos están en el mismo grupo: se cuentan y se recrean en baja voz, a la luz de inviernos que en Galicia son infinitos. Pretendí devolver esas historias que escuché en mi pueblo con un toque literario para que no se pierdan. [Manuel] Rivas, Suso del Toro o yo mismo jugamos a integrar la realidad oral -recreada, inventada- para que podamos seguir una corriente de sentir y contar de la que desde hace siglos los gallegos hacemos bandera.
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