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ASÍ HABLA... Magdalena Álvarez Un punto de aspereza rural

A. R. ALMODÓVAR

La intrépida consejera de los dineros es tan natural y clara en la defensa de sus puntos de vista como en el andaluz que utiliza para ello. Esta gaditana de nacimiento y malagueña de crianza y formación (con 15 días de vida fue llevada a la Ciudad del Paraíso), no ha perdido el pelo de la dehesa lingüística, aunque sí ha refinado su andaluz a su paso por las aulas. Sólo lo justo y necesario, que es lo bueno. Incluso conserva un punto de aspereza rural que lo hace todavía más interesante y que ni siquiera algunos años en Madrid consiguieron eliminar. Para muestra, unos fragmentos tomados de una intervención suya en el Parlamento andaluz, dirigida al diputado del PP, señor Atencia.

"Señor Atencia, señó Atencia: Primero, eh una cosa ahsolutamente ridícula. Saca uhté un artículo d"un periódico que al día siguiente salió desmentido. Ni un entrecomiyao y sí entrecomiyó lo que la hunta ehtaba dihpuehta a defender, que lo ha ehtao dehde ase muchoh-año. No agan trampas, no agan trampa, que pierden credibilidá. No aga esah-afirmasione tan rotunda sihtema de finansiasión fíhes"uhté mir"uhté".

Entre los rasgos más característicos de este habla podríamos señalar: La aspiración de s final, de sílaba o de palabra, casi sin excepción: eh una cosa (es una cosa), uhté (usted), dihpuehta (dispuesta), muchoh-año (muchos años). El plural en este último ejemplo, uniendo la aspiración con la vocal siguiente, y eliminando todo vestigio de s en la segunda palabra, es una de las varias soluciones a esta situación, más propia del andaluz occidental, que pone de manifiesto esa cierta condición fronteriza del habla malagueña.

Se trata de uno de los rasgos más sólidos y homogéneos (sólo una pequeña vacilación en No hagan trampas/no hagan trampa), que se extiende a otras consonantes trabadas, como en ahsolutamente, por absolutamente, favorecida por la forma muy rápida de hablar que tiene esta mujer, sin duda en el deseo de transmitir verdades evidentes.

Seseo amplio: hase tiempo, finansiasión, aunque con vacilaciones: Atencia, decir. La jota suave, equivalente a otra aspiración: hunta (Junta). La pérdida de la d final: credibilidá, uhté. Mantenimiento, en cambio, de la r final de los infinitivos: defender, decir, que acusa ese cierto grado de refinamiento, o de nivel culto. Curioso: cuando esta r final no es de un verbo, puede vacilar: señor Atencia, señó Atencia.

También es culto el participio -ido, desmentido, en lugar del más vulgar desmentío, mientras mantiene el ao de la primera conjugación: ehtao, entrecomiyao, admitido en público incluso fuera de Andalucía. Yeísmo normal: entrecomiyao (entrecomillao).

Pérdida de vocales en encuentros de final de palabra con principio de otras: d"un, mir"uhté (de un, mire usted), favorecida también por la rapidez.

En cuanto a léxico y organización del discurso, más bien pertenece al registro coloquial de un lenguaje específico de la política, con poco brillo, que rebaja un punto la buena calidad fonética. (En este sentido, sólo en éste, se puede decir que Magdalena Álvarez escribe mejor que habla). Si mejorara un poco en esto, rozaría el sobresaliente. Ánimo.

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