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LA VIOLENCIA EN ARGELIA

Medio millón de hombres armados

Juan Carlos Sanz

La violencia no cesa, pero la guerra civil de Argelia comienza a ser estudiada ya en las universidades de París como un hecho histórico. El conflicto estalló a comienzos de 1992, tras la suspensión de la segunda vuelta de las elecciones legislativas, en las que el Frente Islámico de Salvación (FIS) iba a barrer en las urnas. Su punto final quedó marcado por la tregua del brazo armado del FIS, el Ejército Islámico de Salvación (EIS), decretada unilateralmente en octubre de 1997.Pero el terror, que se ha cobrado ya más de 100.000 vidas, sigue golpeando al país magrebí a pasar de la ratificación en referéndum de la Ley de Concordia Nacional, que ofrece una amnistía parcial para los guerrilleros islamistas que se entreguen a las autoridades. Y es que en Argelia sigue habiendo demasiadas armas, demasiados gatillos apuntando hacia no se sabe bien dónde.

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Tras la pista del asesino

Investigadores como Luis Martínez o Bruno Caillies de Sallies elevan a más de medio millón el número de personas movilizadas en la guerra civil argelina.

El Ejército regular no ha ampliado en lo esencial sus efectivos -unos 150.000 hombres-, aunque durante los momentos más intensos del conflicto, entre 1993 y 1995, la duración del servicio militar se amplió de 18 a 24 meses.

Las Fuerzas Armadas prefirieron no correr el riesgo de contaminarse con la presencia islamista en sus filas. El EIS, por su parte, sumaría unos 5.000 milicianos, acantonados actualmente en tres grupos, bajo vigilancia de las fuerzas militares aunque con una cierta libertad de movimientos, en las regiones de Jijel y Aures (este) y la Cabilia (centro). El brazo armado del FIS se ha negado también a colaborar con el Ejército en la lucha contra otras guerrillas islamistas: el Grupo Islámico Armado, del emir Antar Zuabri, y su escisión del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate, de Hassan Hattab. Ambos agruparían entre 3.000 y 7.000 hombres, según las fuentes consultadas.

Unos 50.000 guardas comunales, civiles que han recibido una mínima instrucción en el manejo de armas, se han incorporado como auxiliares de la Gendarmería, el cuerpo de seguridad que ha sido más reforzado durante el conflicto argelino, ya que ha pasado de 20.000 agentes hace siete años a 80.000 en la actualidad. Pero el grueso de las armas de fuego, en general escopetas de caza, sigue en manos de los llamados Grupos de Legítima Defensa o Patriotas, más de 200.000 habitantes de zonas rurales organizados por el Gobierno para rechazar los ataques de los comandos integristas. A pesar de los repetidos anuncios del presidente Buteflika, los Patriotas no han sido aún desarmados.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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