Caos y acusaciones mutuas de boicoteo en la sesión inaugural de la FEMP

La sesión inaugural de la Federación Española de Municipios y Provincias se convirtió ayer en un caos total, con abucheos a su actual presidenta, Rita Barberá, del PP, y acusaciones mutuas entre PP y PSOE de haber bloqueado la Mesa de la Asamblea, máximo órgano de la FEMP en estos tres días de reunión. El problema estaba en la acreditación de los delegados, clave para la votación de mañana, que sigue siendo una incógnita.

A primera hora de la madrugada de hoy, los portavoces de los partidos acordaron aplazar hasta por la mañana el debate sobre el informe de gestión, aunque tenían previsto mantenerse reunidos hasta cerrar la elección de los representantes de la Mesa de la Asamblea y de las comisiones correspondientes.Lo que no debía ser más que una sesión inaugural exenta de contenido político, meramente institucional, se transformó en una tarde de paseos frenéticos y esperas que nadie se explicaba bien. Primero intervino el ministro de Administraciones Públicas, Ángel Acebes, para dar solemnidad al acto. Justo después se debía votar el informe de gestión para luego constituir la Mesa. Pero allí empezó el caos. La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, interrumpió la sesión aduciendo que no se habían podido gestionar todas las acreditaciones.

Desde ese momento, la situación se tornó rocambolesca. El origen del problema era que cada alcalde puede representar multitud de votos. Ante esta posibilidad, el PP y el PSOE habían optado por dos estrategias totalmente distintas. 27 alcaldes del PP representaban a todos sus compañeros, mientras los socialistas eran más de 400. Y el problema estaba en los votos que estas 400 personas podían representar. Alfonso Perales, del PSOE, culpaba a los populares, como responsables de la organización, de bloquear la tramitación de esos votos. La excusa oficial era que un problema organizativo impedía ese recuento. Pero José Manuel Soria, del PP, culpaba a su vez al PSOE porque, según aseguraba, la mitad de la delegación socialista había esperado a la última media hora para acreditarse, lo que complicó todo.

El ambiente era de enfrentamiento total. Cuando Barberá subió al estrado para anunciar un nuevo retraso, fue abucheada. Y a partir de aquí, distintas teorías sobre quién estaba más interesado en dejar pasar el tiempo. Los socialistas decían que el PP pretendía que la parte más bronca de la jornada, la votación del informe de gestión, fuera "nocturna" para que no tuviera publicidad. Y el PP subrayaba que el PSOE sólo quería dar la sensación de caos para que su acusación de pucherazo se viera reforzada y desacreditar así la gestión de Barberá.

Peleas y descontrol, pero respecto al asunto clave, las fuerzas con las que cuenta cada partido para la votación de mañana, nadie conseguía tenerlo claro. El PP dice contar con el apoyo de Coalición Canaria, Partido Aragonés Regionalista, Partido Andalucista y Unió Valenciana. Y el PSOE con IU, Iniciativa per Catalunya y el Bloque Nacionalista Galego.

Pero hay tres cuestiones que convierten la votación en una incógnita. El PP no parece tener todos los votos de esos partidos garantizados. Hay unos 2.000 votos independientes que pueden ser decisivos. Y, sobre todo, CiU ha dado libertad de voto a sus alcaldes.