Europa abre una puerta para sus exportaciones hacia EEUU
El acuerdo suscrito ayer por la UE y México para establecer una zona de libre comercio culmina un complicado proceso negociador, abierto en noviembre de 1998, que no sólo incluyó aspectos comerciales sino también políticos. México, que desde 1994 forma parte del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (junto con EEUU y Canadá), suma un nuevo socio y de alguna manera amplía su margen de maniobra en el seno de la alianza económica suscrita hace cinco años con su vecino del norte. El 9 de noviembre de 1998 arranca la primera ronda de negociaciones rumbo a un acuerdo de libre comercio y desde entonces se desarrollan otras siete rondas más, algunas tormentosas. Los intercambios comerciales entre México y la UE alcanzan los 3.900 millones de euros anuales, y sufrieron en los últimos cinco años las mermas derivadas del auge de la relación surgida en el seno del TLC con América del Norte. El 68% de la inversión extranjera directa en México durante el primer semestre de este año, unos 2.900 millones de euros, procedió de EEUU y Canadá.
México mejora sus condiciones de acceso al mercado europeo en relación con los 100 competidores que actualmente disfrutan de preferencias y confía en nuevas entradas de capital. Uno de sus objetivos es que los europeos monten cadenas de montaje en el interior del país y amplíen la red establecida en la frontera con EEUU por el capital estadounidense. El interés europeo por acceder al mercado de EEUU, vía México, fue uno de los elementos aprovechado por los mexicanos para forzar concesiones.
México y la UE debieron de ceder en algunos capítulos, pero las ventajas parecen compensar las renuncias. Algunos datos ilustran sobre las posibilidades: la UE sólo recibe el 6,2% de las exportaciones agroalimentarias mexicanas, mientras que EEUU y Canadá reciben el 83% del total.
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