Los expertos piden evaluar uno a uno los transgénicos y no satanizarlos

El mensaje lanzado es que hay que sopesarlos uno a uno y no bendecirlos o satanizarlos a todos de golpe. Un comité de expertos de instituciones científicas, de las administraciones, empresarios, consumidores, ecologistas, sindicalistas y, sobre todo, científicos especializados en biotecnología han elaborado un decálogo sobre los alimentos transgénicos en el que se recomienda, para implantar la racionalidad en un tema cargado de polémica, analizar individualmente las ventajas y los peligros de cada nuevo producto.Fernando González, miembro del Institut Cavanilles y profesor de la facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Valencia, expuso ayer durante la sesión de clausura del encuentro Alimentos transgénicos que se celebró en la Fundación Valenciana de Estudios Avanzados un documento de consenso elaborado recientemente por los distintos expertos. Redactado hace apenas 10 días en la 1ª Semana Europea de la Ciencia organizada por la Universidad de Valencia, el decálogo desvela que la opinión pública está muy sensibilizada y que, sin embargo, las instituciones carecen de un mínimo de credibilidad.

Sin embargo, lo más relevante es el consenso alcanzado en cuanto a que "la evaluación de riesgos (sanitarios, medioambientales y socioeconómicos) y beneficios de los alimentos transgénicos debe realizarse caso por caso". De ese delito se acusa, en muchos casos injustamente, a muchos ecologistas, a los que se les tiende a parodiar acusándoles de que están en contra de los avances médicos (insulinas transgénicas, hormonas del crecimiento, intérferon...) cuando sólo critican la proliferación agrícola de transgénicos que, aseguran, sólo aportan beneficios a las empresas.

El decálogo también afirma que los métodos actuales para analizar los riesgos no son idóneos, al obviar factores culturales, y recomienda incluir aspectos científico-tecnológicos, sociopolíticos, económicos, culturales y morales. No en vano, durante las jornadas de estos dos días se ha denunciado que toda la polémica y las batallas normativas de los últimos años tienen un trasfondo de mercado: el pulso económico de productos agrícolas entre Europa y Estados Unidos.

Diversidad genética

El documento también aboga por que los organismos públicos velen por la "conservación de la diversidad genética y biológica en general, la innovación tecnológica, así como una cooperación con los países más pobres que aumente su autonomía y reduzca las desigualdades económicas mundiales". Así, algunos expertos han mostrado su preocupación, que no pánico, sobre las incógnitas que abre el liberar a la naturaleza organismos con modificaciones genéticas que podrían transmitir éstas a otras especies silvestres.

Por último, se destaca la posibilidad de que los alimentos transgénicos sirvan para paliar en alguna medida el hambre en el tercer mundo, sin que ello implique una colonización tecnológica, y el peligro de que estas tecnologías queden en manos de unas pocas multinacionales.