La muerte de un trabajador en Amara se debió a graves irregularidades en la obra

Las inadecuadas condiciones de trabajo y la falta de medidas de seguridad por parte de la empresa provocaron el fallecimiento por asfixia del joven de 30 años Juan José Marante mientras trabajaba el pasado 15 de julio en el interior del colector de Amara, en San Sebastián. Esta es la principal conclusión que aporta un informe técnico elaborado por Osalan, el Instituto Vasco de Seguridad y Salud Laboral, que ya está incorporado a las diligencias que se siguen por este suceso en un juzgado de instrucción de San Sebastián.

Una detallada inspección de trabajo practicada por Osalan en el lugar del accidente resuelve que la causa principal de la muerte de Juan José Marante fue "el procedimiento de trabajo" seguido y la "no aplicación de medidas de prevención de riesgos laborales" acordes con la peligrosidad de la tarea que efectuaban. El joven fallecido y su compañero Daniel Campos, de 54 años, que resultó herido de gravedad, sufrieron un desvanecimiento por la inhalación de grandes concentraciones de monóxido de carbono y otros gases nocivos en un recinto confinado con escasa ventilación. Operaban dentro de un colector de 1,5 metros de diámetro, en una obra pública de saneamiento de aguas cuya adjudicataria era una unión de empresas (Dragados y Construcciones, SA y Obras Subterráneas, SA).Juan José Marante y Daniel Campos, con contratos por obra desde hacía seis meses y categoría de encofrador en ambos casos, estaban instalando un tubo en la bóveda del colector mediante fijaciones cada dos metros. Utilizaban como instrumental un taladro portátil alimentado por un grupo electrógeno con motor de combustión de gasolina.

Los operarios comenzaron a sentirse indispuestos, pararon el generador y emprendieron la salida hasta la boca más próxima, situada a 160 metros. Pero Daniel cayó desvanecido a 120 metros de la salida y Juan José perdió el conocimiento 40 metros más adelante. Otros compañeros que se encontraban en el exterior no lograron sacar con vida al más joven, que presentaba síntomas de asfixia y tenía los ojos, nariz y boca cubiertos de lodo.

El informe de Osalan advierte de que la empresa "no respetó las instrucciones de seguridad del fabricante del generador relativa a la prevención contra la emisión de gases". En la obra "no se disponía de aparatos de medición para evaluar la peligrosidad del ambiente", por lo que nunca se efectuó un control de las condiciones atmosféricas en el colector.

El día siguiente al siniestro, con el generador en la calle, la concentración de monóxido de carbono a medio metro del tubo de escape era de 1.370 partes por millón (ppm), máximo nivel detectable por el aparato. En toxicología, el índice inmediatamente peligroso para la vida o la salud es de 1.500 ppm. Como agravante, no se aplicó ventilación mecánica dentro del colector, "ni se evaluó el grado de ventilación natural" durante los trabajos.

La obra, siempre según el atestado de Osalan, "carecía de equipos de protección individual de las vías respiratorias" adecuados para exponerse a grandes concentraciones de monóxido de carbono. Los obreros llevaban colocadas unas mascarillas que "no ofrecen ninguna protección contra la inhalación de gases". Tampoco había equipos de evacuación, escape o autosalvamento para emergencias. Los operarios "no tenían un servicio de vigilancia permanente desde el exterior", ni había medios para lograr un "rescate eficaz", por lo que se encontraban "incomunicados" con sus encargados.

Osalan concluye que el trabajo que realizaban "no fue objeto de la correspondiente evaluación de riesgos", exigible en este tipo de obras de alcantarillado.