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Los empleados de Astilleros endurecen sus protestas y advierten de que no pararán

Los trabajadores de Astilleros Españoles (AESA) en la Bahía de Cádiz radicalizaron ayer su protesta antes de que se celebrara la reunión prevista entre el ministro de Industria, Josep Piqué, y las federaciones del Metal de CC OO y UGT en Madrid. El Puente Carranza, uno de los dos accesos a la capital gaditana, estuvo cortado con barricadas en llamas desde las 11.30 hasta las 18.00 horas. Los bomberos retiraron los restos esparcidos en la carretera.

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La protesta de los trabajadores de los astilleros colapsó el tráfico en la bahía gaditana durante toda la jornada de ayer, con retenciones que alcanzaron hasta los 12 kilómetros a primeras horas de la tarde. Más de un millar de empleados de AESA de Puerto Real y del sector auxiliar de la bahía volvieron a cortar la circulación en el Puente Carranza (N443) ubicado en las inmediaciones de la factoría. La acción fue aprobada en asamblea a las 11.00 horas y minutos después los coches comenzaban a ser desviados hacia San Fernando, donde se produjo un embotellamiento absoluto. La circulación quedó prácticamente paralizada durante el mediodía y, a primeras horas de la tarde, las retenciones de vehículos superaban los 12 kilómetros. La protesta de los empleados del sector naval, que, en principio estaba limitada a paros de dos horas, derivó en la quema de barricadas y el derribo de varias señales de tráfico y de elementos del mobiliario urbano, entre los que se incluyen algunas farolas. La calzada quedó sembrada de tornillos de grandes dimensiones. Las fuerzas de seguridad no intervinieron en ningún momento.

Como ocurrió la pasada semana, cuando se suspendió la reunión prevista entre el ministro Piqué y los sindicatos, las plantillas decidieron ayer de nuevo caldear el ambiente antes de dicha entrevista. "Que nadie se olvide de que llevamos más de tres meses intentando solucionar las cosas pacíficamente", recordó ayer Francisco Caro, secretario del Comité de AESA-Puerto Real, quien afirmó: "Estamos en una situación muy crítica y a esta situación nos han llevado los políticos que no han sabido darle una respuesta al sector naval. No vamos a aguantar más parches. Los ánimos están por tirar para adelante, porque la situación es muy crítica. Si el ministro no quiere solucionar el problema tendrá paz o tendrá guerra", advirtió Caro.

Los trabajadores de la factoría de Cádiz, que decidieron manifestarse por las calles de los barrios obreros durante la mañana, aportaron argumentos similares, aunque en el caso de la planta gaditana, la situación es aún más acuciante dada la escasa cartera de pedidos de que dispone la factoría. "El objetivo de hoy [por ayer] es hacerle ver a la ciudadanía que si nos obligan a adoptar medidas más contundentes, la culpa no será nuestra, porque hay responsables políticos. Hemos agotado todas las vías de diálogo, de entendimiento, de negociación y nos empujan a acciones que a no nos gustan a ninguno", explicó Jesús Gargallo, presidente del comité de Cádiz.

Durante la manifestación, los trabajadores repartieron pasquines entre los ciudadanos en los que se explicaba cuál es la situación y se pedían disculpas ante la posible adopción de medidas más radicales.

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Ayudas públicas

Los empleados del sector naval, que proporciona unos 2.120 puestos de empleo directos y casi 3.000 indirectos en la Bahía de Cádiz, exigen el mantenimiento de las ayudas públicas porque están convencidos de que sin las subvenciones que se reciben del Estado como accionista público, el sector está condenado a desaparecer. La caída de los pedidos en la factoría de Cádiz ha provocado ya la salida de 1.500 empleados auxiliares en el último año, según los datos aportados por los sindicatos.

Desde el Partido Popular, la presidenta provincial, María José García Pelayo, pidió ayer a los trabajadores que "ofrezcan un margen de confianza al Gobierno central, que está luchando por garantizar el futuro de las factorías e incrementar las cargas de trabajo".

La dirigente popular dijo comprender "la preocupación de los trabajadores" y recordó que es una situación que afecta a todos los astilleros europeos, "que sufren las consecuencias de la política industrial que están llevando a la práctica los países asiáticos".

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