Un compositor y cuatro intérpretes
Cuatro acepciones tiene el término prestigio para la Real Academia, y yo aplicaría tres a los artistas objeto de esta crónica: los que se refieren a la ascendencia, autoridad, estimación y buen crédito y el que nos habla de "fascinación que se atribuye a la magia o es causada por medio de sortilegio". Elisabet Leonskaia, María José Montiel, Luis de Pablo y el dúo Zimmermann-Zacharias, gozan de prestigio y poseen capacidad de magia y sortilegio.Bien lo demostró Elisabet Leonskaia (Tbilissi, 1945) en su programa Schubert para el ciclo Grandes Intérpretes. Y si la calidad técnica, sonora y conceptual con que expuso la Fantasía del viajero explican la autoridad y alta estima, su versión de la hermosísima Sonata D.960 pertenece al mundo de la fascinación y el sortilegio. Ese doble de poeta y músico que alentaba en Schubert encontró fiel respuesta en la pianista rusa y acogida entusiasta por parte del público.
Varios intérpretes
Luis de Pablo, A. León Ara. E. Leonskaia, María José Montiel, Frank Peter Zimmermann y Christian Zacharías. Auditorio Nacional, Madrid, 17, 18, 19 y 20 de noviembre.
Del prestigio de María José Montiel, artista en alza, de voz hermosa, talento agudo y temperamento cálido (a veces incluso demasiado), no hay mucho que decir que no se sepa. En esta ocasión aplicó sus dones y saberes a la canción española contemporánea dentro de la serie de la Universidad Autónoma. Escuchamos una de las muchas antologías posibles en el género, e incluía creaciones magistrales de Falla, Esplá, Turina, Guridi y Rodrigo, antes de varias, en la segunda parte, estilo y expresión, para Julio Gómez, Federico Mompou, Ernesto Halffter, Xavier Montsalvatge, Eduardo Toldrá, José Peris Lacasa -el timonel del ciclo-, Carmelo Bernaola y Antón García Abril. Una estupenda noche de versos y pentagramas en la que colaboró el pianista Fernando Turina.
Luis de Pablo, que arribará el próximo año a los 70 como Halffter, Castillo, Groba y algunos otros "jóvenes de anteayer", nos dio nuevas pruebas de su flexible y plural creatividad en el programa de la ONE, dirigido por el polaco Antonio Witt (Cracovia, 1944), con su nuevo Concierto para violín y orquesta, escrito para Agustín León Ara (Tenerife, 1936). Es página sustancialmente lírica, mas no en su funcionalidad estructural. Quiero decir que el pensamiento por instantaneidades, característico de De Pablo, cuaja en muchos atractivos, bellos y afectivos, que el autor, siempre fiel a sí mismo y su voluntad de no ceder a patrones convencionales, combina con una coherencia distinta del discurso melódico tradicional. León Ara, cuyas mejores condiciones ha sabido exaltar el compositor, brilló notablemente rodeado de una orquesta cuya variabilidad grupal y tímbrica es constante. Teníamos así una suerte de diálogo entre la permanencia y la mutación integradas en un ideal sonoro y un clima musical sutil y, frecuentemente, preciosista. Recibieron todos muchos aplausos y hubo alguna muestra de disidencia: el académico sigue joven.
Cámara perfecta
En fin, la magia energética de Beethoven se desplegó en una de las vías de su creación entre los asiduos -que son muchos- a Liceo de Cámara. Oficiaron dos artistas cuyo prestigio, en todas las acepciones de la palabra, es firme como la piedra: el pianista alemán de nacimiento en India Christian Zacharias (1950) y el violinista también germano Frank Peter Zimmermann (Duisburgo, 1965). Hacen música de cámara de modo perfecto y tienen asimilados los renovadores estilos de Beethoven con honda naturalidad. Escuchar las cuatro primeras sonatas, el contraste entre la cantabilidad de los tiempos lentos, la gracia nueva de los Rondós y el arte, sin artificio, de las Variaciones constituye una importante experiencia de fruición estética. Son dos maestros, dos iluminadores, dos confidentes y dos prestigiosos cultivadores en la música del Beethoven esencial: libertad y progreso, como titula Luis Gago su excelente análisis sobre el ciclo.
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