Philip Glass afirma que tocar el piano sigue siendo su faceta preferida, "la más sensual"
El pianista norteamericano ofrece en Madrid un único concierto junto al saxo de Jon Gibson
Es el hombre que revolucionó la ópera, el compositor que ha logrado que el minimalismo y la repetición se conviertan en fenómenos de audiencia, el mago que ha fundido, junto a grandes creadores, el cine, el teatro, la danza, la música y la literatura. Se llama Philip Glass, ha cumplido 62 años y mantiene una vitalidad creadora envidiable. Esta noche, el Festival de Otoño le invita a mostrar en Madrid su faceta "preferida", como intérprete de sus propias obras. "Es todo un reto, una experiencia magnífica, sensual: yo, el público, y en medio nada más que un piano".
Por teléfono desde Roma, donde ha tocado estos días el mismo programa que hará esta noche en el Teatro Albéniz de Madrid (piezas para piano compuestas entre los años 70 y ahora mismo), Philip Glass (Baltimore, 1937) se muestra como un tipo práctico e inteligente, dotado de una rara facilidad para comunicar lo que hace, lo que hizo y lo que quiere hacer.Sus reglas artísticas se resumen, básicamente, en dos: "La verdadera nobleza del alma es la creación"; y "hacer dos veces la misma cosa es un sacrilegio".
No es repetirse, asegura, tocar su piano nueve veces en 10 días junto al saxo de su veterano compañero del Philip Glass Ensemble, Jon Gibson, porque ésa sigue siendo una experiencia "muy intensa y gratificante, un reto distinto cada día. Requiere la máxima concentración, pero me proporciona un gran placer".
Modernidad
Lo bueno es que Glass, un violinista y flautista precoz que se convirtió en pianista a los 15 años y luego en compositor de casi una veintena de óperas, decenas de bandas sonoras para cine y cientos de piezas de cámara, encuentra tiempo para hacer todo lo que se le ocurre. Y lo mejor es que se le ocurre de todo. Mientras se pega este atracón de "contacto directo" con el público europeo, el padre de la modernidad politonal y repetitiva anda, como siempre, metido en cien veredas distintas: ha grabado en CD la integral de su obra pianística; ha estrenado en Londres un cuarteto titulado Drácula, basado en la película de 1931 y realizado en colaboración con el Quatuor Kronos; estrena ahora en Seattle una nueva ópera, basada en La colonia penitenciaria, de Kafka, para dos cantantes y dos actores...Verdadera mina de inquietud artística e intelectual, de fusiones de géneros y estilos, hombre lleno de amigos sabios, influencias diversas y búsquedas incesantes, Glass cree que el presente tecnológico y cultural es "absolutamente apasionante" y que su trabajo es cada vez mejor comprendido por el público. "Bueno, llevo 30 años enseñando mi obra por el mundo: tres generaciones lo han oído ya. Cuando empecé se entendía mal, pero el tiempo ha ayudado mucho a mi música. He tenido la gran suerte de trabajar con colaboradores espléndidos, amigos que siempre aportan muchas cosas, y en muchos campos distintos".
Seguramente el cine ha sido el más importante de todos. "Trabajar con Martin Scorsese en Kundun, por ejemplo, tiene como última consecuencia que tu obra llega a millones de personas. Aunque tú no lo hagas por eso, sino por enriquecerte como persona".
Desde luego, si Glass es un símbolo vivo de la música contemporánea es, entre otras cosas, porque he sabido abandonar el estrecho mundo de la atonalidad horrísona y escapar de las muy celosas células musicológicas para meterse de cabeza en un mundo lleno de creadores (nuevos y viejos).
Una lista de talentos
Procedentes de muy distintas disciplinas. La lista de nombres que, de una u otra forma y en uno u otro momento, han acompañado a Glass (taxista y fontanero antes que mito) en este viaje largo y fecundo por la cultura universal, cuenta con nombres como Bob Wilson, Merce Cunningham, Allen Ginsberg, Bertolt Brecht, Jean Genet, John Cage, Meredith Monk, Laurie Anderson, Ravi Shankar ("mi gran maestro"), Jean Cocteau, Yukio Mishima, Doris Lessing, Paul Simon, Suzanne Vega, Susan Marshall, Twyla Tharp o David Byrne.Su indiscutible talento como socio artístico va acompañado, además, de una humildad que parece muy sincera al hablar de "los otros". "Si no me he quedado parado, si no me he estancado, es porque estoy rodeado de gente maravillosa que te obliga una y otra vez a seguir hacia delante. Por un lado, veo y oigo a muchos creadores jóvenes que me mandan sus cosas; por otro, no pierdo el contacto con viejos amigos que se van renovando a sí mismos con un talento excepcional. Y eso se traduce en un estímulo constante".
Babelia
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