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Miedo a perder

Los resultados de las elecciones autonómicas en Cataluña han encendido todas las luces de alarma en la sala de máquinas del PP. Hasta ese momento los dirigentes del PP confiaban en que ganarían las próximas elecciones generales. No las tenían todas consigo y sabían que las ganarían por poco, como en 1996, y que continuarían necesitando, como mínimo, el apoyo de CiU, pero estaban persuadidos de que las acabarían ganando.La fe en su victoria es lo que se ha quebrado tras analizar los resultados electorales autonómicos en Cataluña y ponerlos en conexión con los resultados de las demás consultas celebradas en los años 90 en dicha comunidad autónoma. Y con razón. Porque lo que los analistas del PP no han podido dejar de detectar es la correlación que se da entre los resultados electorales que obtiene cada partido en los diferentes tipos de consulta, aun después de tomar en consideración la prima que obtiene CiU en los comicios autonómicos y la que obtienen el PSOE y el PP en los comicios estatales y europeos. La relación entre el porcentaje de voto que obtiene un partido en las elecciones municipales, las autonómicas, las generales y las europeas no es errática, sino que sigue una pauta que afecta a todos los partidos sin excepción y que, en estos momentos, en Cataluña resulta muy visible.

Y la dirección del voto es bastante clara. El voto de centro-derecha, nacionalista y no nacionalista, se estancó en las elecciones generales de 1993, en las europeas de 1994 y en las autonómicas de 1995 y desde entonces ha iniciado un descenso en todo tipo de consultas. En 1993 la suma de los votos de CiU y del PP ha dado los mejores resultados para el centro-derecha en unas elecciones generales: 31,9% de CiU más 17,8% del PP. En las europeas del año siguiente, ambos partidos llegarían a captar más del 50% del voto: 31,5% CiU más 19,2% el PP. Y en las autonómicas del 95, el 54% (40,9% más 13,1%).

A partir de ese momento, el voto de centro-derecha ha empezado a descender. En las elecciones generales de 1996, CiU bajaría por primera vez en la década de los 90 del 30%, 29,6%, y el PP subiría sólo dos décimas respecto de 1993, 18%. En conjunto, el 47,6% frente al 49,7% de 1993. En las europeas de 1999 el descenso sería algo más acusado. Del 50,7% de 1994 se pasaría al 46,2% (29,3%, CiU, y 16,9%, PP).

Este mismo descenso se produce también en las elecciones municipales y las autonómicas. En las elecciones municipales de 1995 CiU obtuvo el 30,1% y el PP el 12,2%. En las de 1999, CiU ha obtenido el 26,5% y el PP el 10,9%. En las autonómicas de 1995 CiU obtuvo el 40,9% y el PP el 13,1%. En las de 1999 han obtenido el 37,7% y el 9,5%.

Como puede verse, la tendencia es clara y uniforme. Y va a más. La resistencia a la baja en las elecciones generales de 1996 respecto del trecho de 1993 es mayor que la que se ha producido en las europeas del 99 respecto de las del 94 y en las municipales y autonómicas del 99 respecto de las del 95. Cuanto más nos alejamos del 93-95 mayor es el descenso del centro-derecha y mayor es correlativamente el ascenso del centro-izquierda. A la vista de la aceleración de la caída que se ha producido en las últimas elecciones autonómicas respecto de las anteriores, no creo que sea aventurado pronosticar que en las próximas elecciones generales CiU y el PP se van a aproximar a su suelo electoral en Cataluña. Las condiciones en que se encuentra CiU, inmersa en la lucha sucesoria, y la dificultad del PP para movilizar a un electorado al que no se le ofrece nada más que la subalternidad en Cataluña para intentar conseguir la investidura de José María Aznar así lo da a entender.

Esto es lo que explica en buena medida la celeridad con que CiU y el PP se han puesto de acuerdo para la investidura de Jordi Pujol, como presidente de la Generalitat. Aquí no ha habido "cuadratura del círculo" ni finezza florentina. Ha habido un pacto de urgencia entre dos perdedores para intentar reducir las pérdidas en las próximas elecciones generales. A pesar de que ambos partidos intentan transmitir la impresión de que han ganado, saben que han perdido y que van a perder todavía por más el próximo año. El miedo a perder más en el futuro es lo único que vincula a CiU y al PP en el presente. El vínculo se mantendrá por lo menos hasta la primavera. Después ya se verá.

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