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Una investigación oficial revela un estado de caos en la seguridad de Córcega

Esta vez, los diputados y senadores que han investigado la política de la Administración judicial y policial francesa en Córcega han ido mucho más lejos de lo que se pensaba. Visto el caso del chiringuito de playa incendiado por los gendarmes y conocidas las deficiencias y lagunas de la actuación estatal, se esperaba un juicio parlamentario severo, pero no tanto, ni tan escandaloso. Resulta que, según esos informes parlamentarios, el todopoderoso Estado francés viene a ser algo así como un pelele enfrentado a los violentos vaivenes de las espesas tramas de la "isla de la Belleza", en las que nunca se sabe dónde empiezan y dónde terminan las ramificaciones terroristas y las estrictamente mafiosas.Los parlamentarios han constatado, por ejemplo, que el porcentaje de esclarecimiento de los casos de bandidismo y terrorismo es, simplemente, "catastrófico", que las fuerzas policiales, "escasamente eficaces", practican el absentismo y viven marginadas de la población, y que los ingentes medios económicos de que disponen son dilapidados frecuentemente. Dan cuenta, igualmente, de la exacerbada rivalidad existente entre los jueces antiterroristas, de su falta de coordinación, de sus diferencias con la fiscalía, de la falta de profesionalidad de la Policía Judicial y de los discutibles métodos de la División Nacional Antiterrorista (DNAT).

Alarma política

Aunque la mayoría de estas "disfunciones" eran más o menos conocidas, puestas así, una tras otra, y presentadas con un lenguaje descarnado, sin mayores concesiones, han tenido el efecto de hacer sonar las alarmas políticas. Para colmo, el supercomisario Roger Marion, número dos de la Policía Judicial, indicó a los senadores que el huido Yvan Colonna, hijo de un antiguo diputado socialista y presunto asesino del prefecto Claude Erignac, estaba sobre aviso de la vigilancia policial establecida en su entorno porque su familia había sido advertida por los servicios encargados de vigilarle. El ministro de Interior, Jean-Pierre Chevènement, trató ayer de salir del paso recurriendo a la máxima clásica de que "todo lo que es exagerado es insignificante", dijo, pero no es fácil que consiga apagar el escándalo de un diagnóstico que lleva también la firma de la mayoría gubernamental.

Interesada en mostrar que el fracaso del Estado en Córcega viene de lejos, la comisión de la Asamblea ha puesto al descubierto lo que se sospechaba: que la policía y el ministro de Interior de la época, Jean-Louis Debré, conocían de antemano y consintieron la conferencia de prensa clandestina que cientos de encapuchados armados del FLNC-canal histórico ofrecieron el 12 de enero de 1996.

Después de haber interrogado a decenas de altos responsables policiales y judiciales, diputados y senadores han llegado a la conclusión de que es preciso centralizar todos los asuntos corsos, colocar a los prefectos bajo las órdenes directas del primer ministro, crear un centro antiterrorista y nombrar a un señor Córcega que se encargue de coordinar la política del Estado en la isla.

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