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Tribuna
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No me defiendas, compadre

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La compulsiva carrera emprendida por Telefónica, desde que Villalonga desempeña su presidencia con vocación vitalicia, para comprar medios de comunicación ha situado bajo la influencia -compartida con el Gobierno- de la compañía a buena parte de la opinión pública. Si la posición dominante en Vía Digital y Antena 3 Televisión y la adquisición de la cadena radiofónica Onda Cero le aseguran la presencia en el sector audiovisual, los acuerdos con Pearson le han dado entrada en la prensa escrita a través de Expansión y El Mundo; el patrocinio de El Cultural por Telefónica (sea cual sea la cuantía de ese piadoso eufemismo) explica que una revista editada por Ansón sea difundida por El Mundo. A nadie debería extrañarle, pues, que la generosa autoadjudicación de un paquete de stock options financiadas por Telefónica para regalar a Villalonga y a un selecto grupo de directivos ganancias calculadas entre los 30.000 y los 45.000 millones sea defendida desde esos medios. Tampoco puede sorprender que el puño de hierro con que algunos periodistas al servicio del PP golpean a los socialistas por sus implicaciones -unas ciertas y otras imaginarias- en abusos de ese género respete ahora la mandíbula de cristal del Gobierno presidido por Aznar, quien designó a Villalonga para el cargo.A la hora de aplicar las enseñanzas recibidas de don Pedro Sainz Rodriguez, Ansón muestra el mismo celo que el pequeño saltamontes de la serie Kung Fu para obedecer las máximas de su maestro: según decía el ex ministro de Franco, la adulación es recibida con agrado por sus destinatarios aunque resulte grotesca y obscena. Tras minimizar "la escandalera de las stock options" como una mera maniobra electoralista, el editor de La Razón y de El Cultural afirma que "Villalonga ha elevado su prestigio con el vuelo del águila" y es ahora "uno de los nombres españoles más prestigioso en el mundo" gracias a su trabajo "tenaz e incansable".

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El colaborador de la revista Época y el diario El Mundo Jesús Cacho, laborioso autor de varios libros e innumerables artículos dedicados a tejer una corona de florilegios en honor de Mario Conde, ha reemplazado al encarcelado ex banquero por Villalonga como héroe de sus hagiografías sin perder su habitual capacidad de servilismo y halago. Cacho descarga buena parte de las culpas del mal trato dado a Villalonga sobre el "sanedrín de la comunicación" de Telefónica que forman Arriola, Ónega y Sáenz de Buruaga por su torpeza para aclarar ante la opinión pública "un asunto perfectamente defendible desde un punto de vista teórico y técnico". Pero este émulo del regeneracionismo finisecular atribuye la responsabilidad última del escándalo a "esa España estatista, enemiga del esfuerzo personal, plegada sobre su historia de atraso, la España agrícola y rural de un Pío Baroja donde no había más profesión honrada que la de monje o mendigo".

Pedro J. Ramírez también acude en socorro de su amigo, a quien asesoró en la compra de Antena 3 Televisión y de quien es ahora empleado. El caso Telefónica le obliga a retractarse -"de repente, la palabra pelotazo ha reaparecido en la escena nacional"- de su ingeniosa afirmación según la cual los casos de corrupción imputados al PP sólo podían ser leídos como páginas de un infantil Libro Gordo de Petete. El director de El Mundo, tras afirmar que el mecanismo de las stock options "obedece a una impecable lógica empresarial" y "le ha salido muy barato a la compañía", manifiesta su admiración por el presidente de Telefónica y su "inaudita capacidad de aceleración vital": Villalonga es una persona "extraordinariamente dotada" para encabezar una compañía de esas dimensiones porque tiene "visión de conjunto, capacidad de distinguir lo esencial de lo que no lo es, flexibilidad estratégica y un gran don de comunicación". Sin embargo, el indiscreto consejo final dado a Villalonga por Ramírez quizás le recuerde a su destinatario la respuesta del mexicano del chiste -"no me defiendas, compadre"- al torpe amigo que le había conducido a la ruina: el director de El Mundo reprende cariñosamente al presidente de Telefónica por su "vida de estrés y de lujo" y le advierte de que el derroche ostentoso y la exhibición de riqueza ya no ponen en marcha como antaño "esos mecanismos de transferencia por los que las joyas y los visones de Evita saciaban los anhelos de las masas peronistas".

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