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CUMBRE DE LA HABANA

Aznar asegura a los disidentes que comparte su deseo de un futuro de democracia y libertad

La precaria disidencia cubana obtuvo durante el comienzo de la IX Cumbre Iberoamericana de La Habana su mayor espaldarazo internacional desde el triunfo de la revolución. El presidente español, José María Aznar, recibió ayer en la Embajada española a cinco representantes de la oposición y a familiares de presos políticos, quienes transmitieron a Aznar una petición para que el Rey medie por los encarcelados. "El Rey de España conoce perfectamente esas situaciones. En la medida de nuestras posibilidades espero y deseo que pronto no estén en prisión", dijo Aznar.

El mandatario español prometió a todos que su Gobierno continuará reclamando a Fidel Castro la instauración de una democracia. México, Portugal, Nicaragua, Panamá, Costa Rica y Uruguay también mantuvieron reuniones de ese carácter."Tuve una reunión con unos grupos civiles, disidentes, los cuales me han dado una visión de la situación actual y de sus expectativas de futuro", declaró Aznar. "También de sus ambiciones y esperanzas sobre derechos humanos y valores democráticos, sobre un futuro de libertades. Son valores que, naturalmente, son fáciles de compartir. He mantenido reuniones muy relevantes que eran conocidas por las autoridades cubanas".

Magali Armas, esposa del preso político Vladimiro Roca, habló en nombre de su marido y de los familiares de los presos Félix Bonne, Marta Beatriz Roque y René Gómez Manzano. Todos fueron condenados a penas de prisión de tres años y medio a seis por cargos de rebelión. "El presidente Aznar nos ha prometido hacer todo lo que esté en su mano para ayudarnos" declaró. El jefe de Gobierno español recibió el encargo, dijo, de transmitir al rey Juan Carlos el interés de las familias por su mediación ante Fidel Castro.

Los disidentes fueron recibidos también por el primer ministro portugués, António Guterres, y por los ministros de Relaciones Exteriores de México, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. Julio María Sanguinetti, presidente de Uruguay, tenía previsto otro encuentro. La entrevista de Aznar con los disidentes se efectuó con la masiva presencia de periodistas nacionales y extranjeros a las puertas de la legación diplomática.

Los interlocutores

Su interlocutor más veterano fue Gustavo Arcos, de 73 años, secretario del Comité Cubano Pro Derechos Humanos. Participó en el asalto al cuartel Moncada, durante la dictadura de Fulgencio Batista, junto a Fidel Castro. Renunció a la revolución cuando ésta registró cambios radicales contrarios a sus principios ideológicos. "Le mostramos nuestra pequeña decepción [con la política española], porque las relaciones de Aznar con el régimen de Castro mejoraron", dijo Arcos, "pese a que en campaña el presidente [español] había asegurado que iban a seguir insistiendo en la democracia. Nosotros entendemos las políticas de los Estados, pero el pueblo sencillo, no. Si ve un gato dice: "es un gato", y a lo mejor es un tigre". Aznar les prometio que su Gobierno "iba a estar siempre al tanto para que se mejorara la democracia en Cuba".

Le acompañaron Elizardo Sánchez, secretario de la Comisión Cubana Pro Derechos Humanos que cumplió siete años de cárcel, de origen marxista y que defiende el socialismo democrático: "Estoy seguro de que en Cuba va a cambiar el modelo totalitario y esto lo haremos entre todos los cubanos. Espero que el propio Gobierno ayude a desmontar un modelo que no sirve para nada, que sólo trae miseria e infelicidad", declaró; Raúl Rivero, periodista; Héctor Palacios, director del Centro de Estudios Sociales, quien ha sido detenido en numerosas ocasiones, y Osvaldo Payá, que fundó el Movimiento Cristiano de Liberación, referente de la Internacional Democratacristiana. "Queremos mostrar nuestra gratitud por habernos recibido. Es una forma elocuente de reconocimiento humano a nuestros esfuerzos aquí", agregó Elizardo Sanchez.

La disidencia es consciente de que muy poco puede hacer por forzar una democratización. "En realidad somos muy pocos. Pero esta acogida que estamos recibiendo estos días de los dignatarios iberoamericanos contradice la afirmación del Gobierno de Cuba, que dice que no existimos. La comunidad internacional dice que sí existimos y debemos ser escuchados y que tenemos derecho a expresarnos". El Gobierno cubano emitió una declaración días antes del comienzo de la cumbre en la que se comprometía a facilitar el libre movimiento de los presidentes durante su tiempo libre, aunque esas actividades no fueran de su agrado.

Las fuertes declaraciones de Aznar contra el régimen de Fidel Castro pocas horas antes de su arribo a La Habana no fueron del agrado de los funcionarios cubanos consultados por este diario. "Igual quiere volver a la cosa fuerte del principio de su mandato, cambiar de política", opinó una fuente oficial. "Al menos podía haber esperado a que terminara la cumbre y después decir que le habíamos decepcionado". Aznar declaró la víspera en Honduras que no alberga esperanzas de un cambio en La Habana hasta la muerte de Castro y que, si éste puede, hará lo posible para que tampoco se dé ese paso después de su desaparición.

Un centenar de grupos vigilados

El Gobierno de Fidel Castro asumió las entrevistas a puerta cerrada del presidente José María Aznar y de mandatarios de otros países con opositores o familiares de presos porque las conveniencias políticas así lo exigen. Pero advirtió que no toleraría manifestaciones callejeras durante el desarrollo del encuentro internacional que hoy concluye.La atomizada disidencia nacional, integrada por más de un centenar de grupos, casi todos penetrados hasta el tuétano por la Seguridad del Estado, dista años luz de poder presentar batalla en la calle a la revolución.

"No queremos provocar desórdenes. Somos moderados", subrayan sus portavoces más conocidos. No quieren ni pueden ser demasiado radicales porque los mecanismos de disuasión oficiales son imbatibles: cualquier conato contestatario atrevido hubiera sido aplastado. La vieja proclama "con la revolución todo, contra la revolución nada", mantiene su vigencia en lo fundamental aunque los tiempos parecen haber actualizado su texto: con la revolución todo, contra la revolución, muy poco.

El Gobierno admite la existencia de una oposición casi vegetativa, apenas conocida por la mayoría de los cubanos, sin posibilidades de crecimiento. "Si dicen que somos cuatro gatos, que nos dejen hablar por televisión y convoquen elecciones libres", reclamó Osvaldo Payá, dirigente del Movimiento Cristiano de Liberación.

Las autoridades toleran sus actividades por varias razones, según las fuentes consultadas: porque de momento son bastante inofensivas, no crean conflictos graves, y de alguna forma sirven de válvula de escape oficial.

"El mundo comprueba que no somos tan represores como se dice, porque si no estarían todos en la cárcel. Los mandatarios extranjeros se entrevistan con ellos y pueden decir de vuelta que exigieron democracia a Castro", comenta un funcionario bien situado.

Los grupos disidentes son casi todos unipersonales o integrados por menos de 10 personas, y las actividades proselitistas de la mayoría son prácticamente nulas. La desconfianza de los funcionarios extranjeros es patente. "Yo sólo me fío de tres disidentes", comentaba un diplomático europeo.

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