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Soluciones Arias

El ministro de Fomento aplica remedios inútiles a los problemas de congestión en las infraestructuras

El ministro de Fomento, Rafael Arias-Salgado, sorprendió a todos el pasado miércoles con su última idea: para evitar los ruidos nocturnos en las proximidades de Barajas estudiará la supresión de los vuelos que operan todos los días en ese aeropuerto entre las 23.00 y las 07.00.El jueves por la mañana aclaró que sólo se refería a los aviones de carga, unos 14 según el ministro. Tan escaso número permitiría repartir el problema en las primeras horas de la mañana. Pero Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) le corrigió por la tarde dos veces: primero habló su responsable de prensa y cifró en 50 los vuelos nocturnos de carga que se realizan cada noche en Barajas; otros 30 son de viajeros. Unos minutos después, un portavoz del organismo estatal mencionó que 65 de los 70 vuelos nocturnos que funcionan son de carga. En 15 días, Fomento promete responder al enigma planteado por este galimatías de los expertos aeroportuarios del país y decidir si cierra o no el aeropuerto a los vuelos de carga nocturnos. Las empresas que se dedican al transporte aéreo de mercancías han puesto el grito en el cielo y consideran inviable la restricción anunciada por Fomento.

Es una más de las soluciones Arias a los problemas de congestión que atraviesan las grandes infraestructuras de transportes en Madrid y en España. La mayoría de las recetas anunciadas por Arias-Salgado desde que se hizo cargo del departamento se han demostrado inútiles con el paso del tiempo.

- La alternativa Torrejón. Arias-Salgado se estrenó en el cargo anunciando una solución a la congestión de Barajas, un aeropuerto herido por los constantes retrasos y, en diciembre de 1996, golpeado por un apagón que obligó a cerrar las instalaciones durante cinco horas. Para salir de aquel apuro, el ministro consideró "tercermundista" la situación de Barajas y anunció que convertiría Torrejón de Ardoz en aeropuerto civil para aviones pequeños, unos 50 al día. Fue la primera solución Arias de dudosa eficacia. Torrejón sigue abierto al tráfico civil; su utilización es tan escasa (298 viajeros al día, los mismos que caben en un Airbus 300 de Iberia) que no ha ayudado en nada a los problemas de congestión del aeropuerto de Barajas. El erario ha gastado 300 millones de pesetas en esta receta de urgencia. Arias-Salgado demostró entonces su clarividencia: "La proximidad a Barajas de Torrejón le da muchas posibilidades de convertirse en el segundo aeropuerto", declaró. Hace tan sólo unos días, cuando se aprobó el Plan Director de Ampliación de Barajas, Fomento propuso desmantelar la base aérea de Torrejón porque interfería en los movimientos de aviones de Barajas.

- Rutas por encima de las casas. Al abrir la tercera pista de Barajas, los técnicos diseñaron unas rutas de salida de Madrid que obligaban a los aviones a sobrevolar diversas urbanizaciones, sobre las que descargaban sus decibelios. El ministro, algunos meses después de que las nuevas rutas se abrieran, admitió el error y prometió corregir los caminos aéreos para evitar las molestias a los vecinos. IU le puso entonces un calificativo: "El ministro desastre".

- El atasco permanente. Para justificar los atascos permanentes en Barajas, el ministro optó por dos tipos de soluciones. Las recetas dialécticas, que consistieron en culpar a otros de los males del aeropuerto: a Borrell, "que cometió un delito de lesa patria" por no ampliar Barajas a tiempo; a las compañías aéreas, por programar más vuelos de los que eran capaces de atender; a Iberia, por no coordinarse con Barajas cuando se redujeron las operaciones en el aeropuerto; a los pilotos, a los controladores... Y las soluciones de pura gestión: cambió a seis altos cargos, entre ellos dos directores del aeropuerto madrileño, para resolver los problemas, que continuaron hasta que se abrió la tercera pista, que ha desatascado el aeropuerto durante los últimos meses. El mismo día de la inauguración de aquella tercera pista destituyó al que entonces era director del aeropuerto. Tuvo el don de la oportunidad.

- Un tren por el valle. Pronto encontró el ministro otro motivo para la controversia. Su departamento diseñó el tren veloz al noroeste y trazó una línea en superficie por el valle del Lozoya. Los alcaldes de los municipios amenazados por el paso del tren torpedearon el proyecto y Arias-Salgado rectificó. Ocurrió hace dos años y aún no sabe el ministro por dónde va a salir de la Comunidad de Madrid ese tren veloz. Para quitarse el problema de encima, el ministro convocó un concurso de proyecto y obra para que las constructoras le dieran ideas y presupuesto. Pero eligió cinco variantes posibles que acabaron por indignar incluso a los alcaldes del PP más fieles al partido. Como el de Las Rozas (Madrid), que amenazó con dimitir si el tren veloz pasaba por su territorio. Ante la granizada de críticas y alegaciones, el ministro se quitó el problema de encima: la solución al trazado ferroviario al noroeste no se adoptará hasta después de las próximas elecciones generales, según Arias-Salgado.

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- Autopistas subterráneas. Se presentó el ministro un buen día en el Ayuntamiento de Madrid para exhibir un proyecto espectacular. Decenas de kilómetros de autopistas subterráneas que entrarían hasta el corazón de la capital a más de 50 metros de profundidad y que conducirían a los coches a gigantescos aparcamientos bajo tierra para resolver los atascos. Curiosamente, la ingeniería que había preparado los estudios de este faraónico proyecto a Arias-Salgado y al alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, pertenecía al mismo grupo empresarial al que se culpó del apagón de Barajas; uno de sus operarios pinchó con una perforadora el tronco central del suministro eléctrico del aeropuerto.

El clarividente ministro explicó entonces que el plan de las autopistas subterráneas era "profundamente realista y rentable" y vaticinó que la obra, presupuestada en unos 300.000 millones, sería interesante para la iniciativa privada porque nunca "habían dispuesto de unos tipos de interés tan bajos". De aquella idea de las autopistas subterráneas, presentada unos meses antes de las elecciones municipales, nunca más se supo. En el PP hay quien pensó que era contraproducente y que podía desatar el "pánico" del electorado, recordando películas sobre catástrofes dentro de grandes túneles.

- Autopistas de peaje. Para atajar el creciente atasco de los accesos a Madrid -430.000 coches entran todos los días a Madrid desde municipios periféricos- el ministro de Fomento apostó por las autopistas de peaje. Sacó el concurso, se presentaron todas las grandes constructoras, adjudicó el negocio a un potente consorcio empresarial e incluyó el precio de las obras, que pagará el sector privado, en el capítulo de inversiones del presupuesto de su departamento. La oposición le denunció por "manipular" la realidad.

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