Muy lejos de su ideal
Los ocho polizones llegados a Pasajes descubren una Europa que no se parece a la que soñaron
Eric, Samuel, Steven, Bernard, John, Omedrago, Monday y Baturi están despertándose con agua fría de su sueño europeo. La realidad que han encontrado al descender del barco Larissa en el puerto de Pasajes poco o nada tienen que ver con lo que ellos imaginaban. Sus vidas ahora dependen de la ayuda de la Cruz Roja y de que las leyes españolas sobre inmigración se interpreten a su favor.Los ocho subieron al mercante en el puerto de Abiyán (Costa de Marfil) supuestamente como polizones, aunque la policía no descarta que al final hayan tenido que pagar por ese viaje para huir de la miseria. Todavía no son capaces de confesar su verdad, la verdad de una singladura que les ha llevado desde África hasta la provincia más pequeña de España. No entienden qué es lo que está sucediendo, les resulta extraño encontrar explicación a lo que están viviendo. Su primera noche en suelo europeo sin custodia policial la pasaron en el Centro de Acogida Municipal de San Sebastián y el resto de la jornada, en unas dependencias donostiarras de la Cruz Roja.
"Ahora empieza lo peor de su viaje", asegura un voluntario de esa organización. "Al igual que ha ocurrido en anteriores ocasiones el bajón lo sufren cuando ven que la realidad que imaginaron nada tiene que ver con lo que se han encontrado", indica.
Los cinco que proceden de Sierra Leona (Eric Stolks, Samuel Johnson, Steven Daves, Bernard Bemo y John Tdond) pueden acogerse sin problemas a un programa de Cruz Roja destinado a inmigrantes pendientes de que se resuelva su demanda de asilo, ya admitida a trámite por el Ministerio del Interior. Los cinco, con edades entre 21 y 29 años, proceden de un país que se desangra en una cruenta guerra civil.
Situación complicada
Los otros tres (Omedrano Rasmame, de Burkina Faso; Monday Jumbo, de Liberia, y Baturi Amado, de Ghana) vivirán una situación más complicada, pues no se prevén ayudas concretas para la situación administrativa en que están, pendientes de un recurso ante la Audiencia Nacional.
Desde ahora les queda un largo camino por recorrer, "aprender a desenvolverse en una sociedad diferente a la suya que les niega, por carecer de documentos, el derecho al trabajo", aseguran representantes del Comité de Ayuda al Refugiado.
Ayer, en su primer contacto en libertad con voluntarios de Cruz Roja, comenzaron tímidamente a hablar -siete lo hacen en inglés y uno en francés- y a descubrir sus primeras palabras en castellano. "Normalmente los primeros días no son capaces de contar la realidad de lo que les ha ocurrido y con el paso del tiempo terminan por narrar su verdadera historia", afirman dichas fuentes. "Están atemorizados, porque a ellos les cuentan una historia sobre las bondades y la riqueza de Europa y lo que han visto hasta ahora está lejos de ese ideal".
Los primeros días compartirán el lugar de residencia con otros tres inmigrantes que también subieron a un barco para llegar a Europa. Es más que probable que en un par de semanas puedan trasladarse a otros centros de Cruz Roja en los que hay psicólogos, maestros y voluntarios preparados para atenderles. El País Vasco y Navarra carecen de centros especializados para inmigrantes que esperan resoluciones administrativas y judiciales.
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