Desarticulada una red que recargaba tarjetas de Telefónica
Agentes del Cuerpo Nacional de Policía han detenido en Vic a cuatro paquistaníes integrantes de un grupo especializado en estafar a Telefónica y a Cabitel mediante la recarga de tarjetas de teléfono agotadas. Hasta ahora, fraudes similares se saldaban con la intervención de las tarjetas, pero no de los equipos para recargarlas. La novedad del caso radica en que, por primera vez en España, la policía se ha incautado de los ordenadores y programas informáticos que recargan los microprocesadores de las tarjetas. La red colocaba cada día en el mercado unas 500 tarjetas telefónicas recargadas y las colocaba preferentemente entre inmigrantes extranjeros -se negaba a venderlas a nacionales- residentes en poblaciones catalanas con fuerte implantación de este tipo de emigrantes. La red, que tenía un locutorio legal en Vic desde el que vendía sus falsificaciones, cobraba 800 pesetas por una tarjeta recargada con valor facial de 2.000 pesetas y 400 por las que se venden con 1.000 pesetas para llamadas.
En un piso de Vic, la policía encontró 8.000 tarjetas recargadas, además del material informático y cuatro millones de pesetas. La policía cree que la banda llevaba actuando desde el mes de marzo y calcula que los beneficios de la red superan los 72 millones. La estafa a las diferentes compañías telefónicas -la mayor parte de las llamadas era a los países de origen de los inmigrantes- es multimillonaria.
El fraude lo detectaron los servicios técnicos de Telefónica al comprobar que tarjetas agotadas volvían a ser usadas después de ser preceptivamente recargadas. Las tarjetas de prepago, como si fueran billetes de banco, incorporan un código que nunca se repite en otra y por el que Telefónica sabe cuándo se ha agotado el título en cuestión. Al comprobar que un alud de tarjetas que en teoría estaban fuera de circulación, volvían a operar, los técnicos no tuvieron dudas: estaban delante de una estafa en toda regla, que, en definitiva, sirve a los inmigrantes para hablar con sus familiares a muy bajo coste.
La banda compraba las tarjetas de crédito agotadas en la plaza Reial de Barcelona, en el mercadillo de coleccionistas de sellos y monedas que allí se celebra todos los domingos. Por cada tarjeta vieja pagaban 175 pesetas.
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