Jacobo Timerman periodista argentino
Ayer, pocos después de la seis de la tarde hora local, en su piso del barrio bonaerense de La Recoleta, murió de un ataque cardíaco el prestigioso periodista argentino Jacobo Timerman, de 76 años. El que fuera director de la mítica revista de actualidad Primera Plana en los años sesenta, y fundador y director del desaparecido diario La Opinión en los setenta, se había radicado nuevamente en Buenos Aires tras residir durante los últimos diez años en el balneario de Punta del Este (Uruguay).Timerman que era viudo, vivía sólo, cerca de la casa de uno de sus tres hijos, Héctor, el único residente en Buenos Aires. Hace cinco meses fue ingresado en una clínica donde permaneció una semana. Allí fue atendido de problemas respitarorios y le detectaron una insuficiencia cardíaca.
El nombre y la historia de Jacobo Timerman se convirtieron en un caso de repercusión mundial cuando el periodista fue secuestrado y permaneció en cárceles clandestinas de la provincia de Buenos Aires entre 1977 y 1980. El reclamo de las organizaciones defensoras de los derechos humanos y de personalidades mundiales que exigían su liberación evitaron que Timerman fuera uno más de los miles de desaparecidos durante la dictadura militar. El periodista convirtió el calvario, la tortura, la humillación y las vejaciones a las que fue sometido en un testimonio dramático que tituló Preso sin nombre, celda sin número, donde denunciaba la organización y los métodos de los llamados "grupos de tareas" que dirigía el temible general Ramón Camps.
Timerman se inició como redactor en el diario Clarín de Buenos Aires y escribió también en La Nación, los dos periódicos más importantes de Argentina, luego trabajó en radio y televisión. Con el tiempo se arrepintió públicamente de haber apoyado desde Primera Plana y La Opinión dos golpes de Estado y, hasta su secuestro, fue su diario el único que publicaba las denuncias sobre los ciudadanos secuestrados y desparecidos.
Timerman también fue el director del diario La Razón de Buenos Aires desde 1984 hasta 1986, escribió además extensos reportajes sobre Israel y Cuba, por los que recibió premios y honores, pero fue en la vida cotidiana de las redacciones donde se destacó como un maestro. Todos los periodistas argentinos que trabajaron con él tienen para contar cientos de pequeñas historias en las que se recuerdan algunos rasgos distintivos de su carácter. Era un profesional exigente, culto, malhumorado, implacable y, por momentos, soberbio e intolerante, que sin embargo transmitía a su modo un intenso y desesperado amor por el oficio.
Hace dos semanas se empeñó en un polémica periodística y escribió una carta abierta publicada en el periódico Página 12 de Buenos Aires. Nadie imaginaba entonces que esa era la lección de la despedida.-
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