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Almunia, nuevo vicepresidente en sustitución de González

En su segunda jornada, a propuesta del propio António Guterres, el congreso acordó por unanimidad que el ex presidente del Gobierno español Felipe González continuara integrado en el Presídium (ejecutiva formada por el presidente y los 23 vicepresidentes) en calidad de director de la comisión Proyecto Global en cuyo seno ha sido elaborada la llamada Declaración de París. La fórmula resuelve el problema derivado de la actitud de un Felipe González que se negaba a seguir ostentando el cargo de vicepresidente pero que se mostraba dispuesto a colaborar "como un viejo militante" en las tareas de renovación y adaptación.Tras su renuncia a presidir la Internacional Socialista, cargo para el que contaba con numerosos apoyos, incluido el del presidente saliente, Pierre Mauroy, González transmitió a Guterres que podía contar con él para ayudarle a construir la alternativa socialista a la globalización.

Aplausos a De la Rúa

Su puesto de vicepresidente de la Internacional ha pasado a manos del secretario general del PSOE, Joaquín Almunia, muy ovacionado estos días -al igual que el presidente electo argentino Fernando de la Rúa- en lo que puede ser considerado como sus respectivas presentaciones ante el socialismo mundial. En su primera propuesta como vicepresidente de la Internacional Socialista, Joaquín Almunia planteó ayer, y obtuvo, que seis mujeres ("una por cada continente, considerando a América del Norte y a América del Sur continentes distintos") se incorporen al Presidium. Pese a los propósitos que se les atribuían, ninguno de los representantes de los partidos socialistas y socialdemócratas chilenos tiene intención, por lo visto, de presentar una moción crítica contra la petición española de extradición de Pinochet.En lo que se refiere a los contenidos del Congreso, puede decirse que el trabajado consenso previo de la Declaración de París y las buenas voluntades han evitado que la Internacional Socialista asistiera en pleno y en directo a la confrontación entre la Tercera Vía de Tony Blair-Gerhard Schröder y la doctrina de Lionel Jospin. Los malos humores que el manifiesto social-liberal anglo-alemán provocó meses atrás entre los socialistas franceses, han quedado aparentemente enterrados en el texto de consenso, subsumidos en un renovado clima de entendimiento. Durante sus intervenciones, tanto Blair como Schröder han evitado cuidadosamente toda referencia a términos como "liberalismo" o "flexibilidad" que podían irritar a sus compañeros franceses. La doctrina Jospin se reconoce visiblemente en el texto aprobado.

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