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El Papa defiende el derecho a difundir el Evangelio en Asia

"No hay cultura que pueda sobrevivir si pretende ser exclusiva", dice Wojtyla citando a Gandhi

ENVIADA ESPECIALIndiferente a las críticas de los hindúes que denuncian las prácticas proselitistas de la Iglesia católica, el Papa reclamó ayer en Nueva Delhi a los Gobiernos asiáticos que defiendan la libertad religiosa "como un derecho humano fundamental". Juan Pablo II reafirmó el derecho a propagar el Evangelio en Asia y a hacerlo de forma explícita y completa, pese a las dificultades culturales y filosóficas con las que choca la fe de Cristo percibida como "extranjera" en el continente. En torno a esta cuestión gira la exhortación post-sinodal entregada ayer por Karol Wojtyla a unos 300 obispos de Asia en la catedral del Sagrado Corazón de Delhi. En el documento se critica también con dureza "el aumento de los arsenales de armas de destrucción masiva", en clara alusión a la bomba atómica que poseen China, India y Pakistán.

La reunión del Papa con los obispos tuvo un carácter casi secreto, dada la nula cobertura televisiva que está teniendo la segunda visita de Juan Pablo II a India, un país que aparecía ayer entregado por entero a los preparativos de la Diwali, fiesta del Año Nuevo hindú, que se celebra hoy. Juan Pablo II fue objeto de la máxima atención oficial, con una protocolaria y espléndida ceremonia de bienvenida celebrada en la explanada de acceso al palacio presidencial construido por los británicos, una especie de Buckhingam Palace en versión exótica. Lanceros a caballo, vestidos de blanco y tocados con turbantes azules y amarillos, escoltaron hasta el palacio al líder temporal y espiritual de los católicos, que fue recibido brevemente por el presidente de la federación india, K. R. Narayanan. El Papa se entrevistó después, en la residencia destinada a los huéspedes ilustres, con el primer ministro, el nacionalista Atal Behari Vajpayee, y el vicepresidente de la República, Shri Krishan Kant. En ninguna de las entrevistas se aludió directamente a la tensión que ha suscitado entre sectores extremistas hindúes la visita a India del Pontífice, aunque fuentes vaticanas señalaron que el primer ministro lamentó la existencia de minorías integristas en el país.

El Papa depositó una corona de flores en el mausoleo donde fue incinerado Mahatma Gandhi, padre de la India moderna, asesinado por un extremista hindú el 30 de enero de 1948, y a punto estuvo de caerse de bruces cuando, descalzo como es preceptivo, se disponía a arrojar pétalos de rosa sobre el monumento.

Antes de abandonar el lugar, Wojtyla escribió en el libro de visitas una de las famosas frases de Gandhi, especialmente adecuada para la situación: "No hay cultura que pueda sobrevivir si pretende ser exclusiva".

Pero la cita esencial de la jornada fue el encuentro con la curia asiática, a la que Wojtyla hizo entrega de la exhortación apostólica que cierra oficialmente el Sínodo de Obispos para Asia. El Papa hubiera querido presentar el documento en China, el país más poblado del mundo y uno de los más reacios a permitir la libertad religiosa, pero no recibió la luz verde de las autoridades de Pekín, que ni siquiera permitieron a los obispos nacionales participar en el sínodo o acudir al encuentro de Nueva Delhi.

El texto contiene un duro análisis de la situación económica, política y social de un continente donde viven dos tercios de la humanidad, y en el que la Iglesia católica tiene esperanzas de afianzarse en el tercer milenio.

El Papa denuncia también en este documento los riesgos del turismo cuando se convierte en pretexto para explotar a las mujeres o a la infancia, amenazada por abusos como la pedofilia, la explotación laboral o el abandono.

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