_
_
_
_
_
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Ruido y ambulancias

Vivo en una planta alta del paseo de San Francisco de Sales, una calle con abundante tráfico durante el día, que a partir del anochecer se calma, y entre semana, después de las doce, puede llegar a ser un remanso con la espesa vegetación de las copas de sus árboles.Pero desde hace algún tiempo y a partir de las doce o la una de la madrugada, venimos sufriendo los vecinos de la zona el penetrante ruido de unos vehículos limpiadores que, lejos de pasar y oírlos unos minutos, parece que por su lento proceso de trabajo o tal vez incluso porque se esmeran en la zona sus operarios, permanecen tiempo y tiempo, y se oye la ruidosa máquina a veces hasta más de las dos de la madrugada o más cuando vienen tarde. Imagínese lo que es estar en el primer sueño y empezar los vecinos a asomarse a la ventana para ver el origen de procedencia de tan penetrantes ruidos, pues mientras lo sufrimos, hemos llegado a distinguir que tiene dos: uno grave de alguno de sus motores y otro de frecuencias agudas, como un silbido continuo, que resulta el más agresivo.

Creo que algunos de mis convecinos se han quejado ya telefónicamente, pero no ha surgido ningún remedio.

Aprovecho para denunciar también el excesivo ruido producido por las ambulancias. Ya sabemos que es zona de hospitales (el Clínico, el Jiménez Díaz y, por si fuera poco, el militar del Generalísimo), pero razón de más para regularizar la zona respecto al uso de sirenas. Actualmente hacen lo que quieren los conductores de las ambulancias: cuando se van a comer, no a ningún servicio, salen a todo volumen, con el hastío consiguiente del vecindario. En tiempos de la señora Aguirre (me parece que era ella la que estaba en el capítulo de Medio Ambiente) se llegó a controlar mejor este problema. Se podrían hacer cosas, por ejemplo: una vía de ambulancias -que no sería otra que la del autobús- rigurosamente vigilada durante un tiempo, hasta que aprendan los usuarios de coches particulares de la zona que habría que respetarla so pena de sanción segura, y no como ocurre en la actualidad con la vía de autobuses, que está "sistemáticamente ocupada por vehículos en segunda fila".

Eso sí, todas o casi todas las tardes aparecen por aquí unos motoristas con la grúa correspondiente nada más que para cumplir el rito de llevarse un par de coches de la esquina del colegio Santa María del Pino, dejando el espectáculo de la segunda fila totalmente ocupada del hotel Mindanao -cuya vía de paso acometida en la acera para servicio del tal establecimiento la emplean ahora los conserjes para aparcamiento, con lo que ya no vale para lo que se hizo-.

Y frente por frente, el restaurante José Luis, que todos los vecinos constatamos, por el respeto que guardan los agentes a tal segunda fila, que debe disfrutar de alguna clase de bula, no sabemos si por consentimiento municipal o porque el conocido y estimado restoranista se toma sus licencias y no pone un empleado aparcacoches como debiera, provocándose con frecuencia un cuello de botella en la zona -entre el Mindanao y José Luis y el colegio y las ambulancias de los hospitales, etcétera- que no se quiere aliviar por quienes debieran, simplemente con una vigilancia regular imparcial -sin empresarios con bulas-, educativa -no nos vengan con más multas.-

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_